Hora 25 (H25): ¿Quién es Cástulo Martínez y que lo motivó a escribir esas tres grandes obras que reivindican la salida al Mar para Bolivia como son “El Mar de Bolivia”, “Chile Depredador” y “Las Aguas del Silala”?
Cástulo Martínez (CM): Algunos ciudadanos bolivianos (y también en Chile) piensan que porque yo apoyo la causa marítima boliviana, entonces ne¬cesariamente debo ser antichileno. Ese es un enfoque simplista y totalmente equivocado. Aprecio mucho la historia de mi país, desde los esfuerzos de los primeros patriotas por liberarse de España hasta nuestros días. Pero como ciudadano chileno tengo derecho a opinar y a diferir de la política de nuestro gobierno en algunas áreas. Por ejemplo, en el tema de la demanda marítima boliviana, respecto a lo cual yo creo que se requiere imperativamente una revisión de la doctrina chilena sobre este tema, para aportar a la paz y buenas relaciones con Bolivia, lo que podría resultar en beneficio para ambos países. Sería más beneficioso para Chile ser más pragmático que sentimentalero. En cuanto a la expresión “Patria Grande Latinoamericana” es una quimera irrealizable, un fetiche del que se cuelgan al-gunos. La patria de una persona es la tierra donde nació y se crió, donde está su familia y sus seres queridos. Lograr alcanzar buenas relaciones con los países de la región es más práctico y beneficioso que seguir soñando con una ilusión que, después de la destrucción del Imperio Incaico por los conquistadores españoles y portugueses, jamás ha podido formarse esta soñada “Patria Grande Latinoamericana”.
Lo que me llevó a escribir estas tres obras, (y otras aún inéditas), fue precisamente mi profunda convicción de que la difusión de información histórica fidedigna es el primer paso para hacer conciencia en el pueblo chileno de que es hora de resolver esta casi perenne situación con Bolivia. Y la mayor parte de mis fuentes han sido chilenas. Están ahí, en las bibliotecas y museos, pero no se divulgan. Mi modesto aporte es que investigo hasta dar con la información, en fuentes chilenas confiables, y luego procuro difundirlas.
H25: ¿Qué tipo de incomprensiones tuvo usted en su país por la publicación de estas obras lati-noamericanistas que apoyan la demanda marítima boliviana?
CM: Bastante incomprensión, principalmente de gente que jamás ha leído ninguno de los libros que he escrito. Prima el sentimiento patriotero mal entendido, por sobre el practicismo y el sentido de justicia. La gente en general no tiene tiempo para leer temas históricos (o simplemente no quiere leer) e informarse de estos temas históricos, y se guían por algunos fanáticos motivados por su desinformación o maldad. Un ejemplo de esta desinformación, es la postura de que en Europa hay varios países que nunca han tenido sali¬da al mar, y que, sin embargo, ese detalle jamás ha sido impedimento para el progreso de tales países. Por lo tanto, concluyen, Bolivia debería olvidarse de su obstinada insistencia en obtener una salida al mar a través de Chile, y poner énfasis en el desarrollo de sus riquezas naturales en la forma que lo hacen aquellos países que nunca han tenido mar. Este planteamiento de poco calado omite algo muy importante, que a diferencia de aquellos países europeos mediterráneos, Bolivia nació con un litoral legítimo y soberano, pero lo perdió todo como víctima de una guerra que se produjo después de que las tropas chilenas ocuparon militarmente Antofagasta. Por eso simpatizo con el esfuerzo tenaz de Bo¬livia de no abandonar jamás su propósito de recuperar aunque sea una franja o corredor que la conecte con el mar en forma soberana. Para Bolivia, esto es un asunto de dignidad nacional, de honor patrio.
Pero, no vaya a creerse que los agravios los he recibido únicamente de parte de mis compatriotas, pues también recibí los dardos de un escritor boliviano, quien dedicó varias páginas de uno de sus libritos para manifestar su disgusto por lo que he escrito.
Mar para Bolivia
H25: Su libro “El Mar de Bolivia” prueba que Bolivia siempre tuvo mar.
C.M.: Efectivamente, Bolivia nació con mar, aunque Chile le reconoció como territorio boliviano soberano sólo desde la desembocadura del río Loa (21º 27’) hasta el morro de Mejillones (23º 6’), pero para contestar tu pregunta este dato es suficiente. Chile recuperó, afirman los historiadores en mi país, la zona comprendida entre los paralelos 23º y 24º por los cuales afirmó tener derecho. Pero jamás alegó derecho alguno por la zona que se halla entre el río Loa y la bahía de Mejillones. Lo que quería era comprar esa zona a Bolivia o canjearla por Tacna o Arica, si estos departamentos quedaban en poder chileno a raíz de un programado plebiscito con Perú a fin de no cortar la continuidad del ahora expandido territorio chileno. Dejemos que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile explique esta situación en una circular que dirigió al cuerpo di¬plomático chileno el 30 de septiembre de 1900, firmada por el canciller de la época, señor Rafael Errázuriz Urmeneta:
“Al término de aquella guerra… el Perú transfirió a Chile, a título de indemnización bélica, su departamento de Tarapacá. Quedó entonces entre el antiguo límite norte de Chile y el límite sur del departamento incorporado –es decir, entre el paralelo 23º y la desembocadura del río Loa– una angosta y poco valiosa zona de litoral boliviano, que se interponía como solución de continuidad en el territorio de la República. [Esta] necesidad fundamental, ineludible… imponía a Chile, por razón de existencia, la posesión del escaso litoral boliviano. La adquisición de Tarapacá sin la faja de suelo que se interpone entre él y nuestro límite norte, habría sido no sólo irrisoria y peligrosa, sino naturalmente absurda.
“No existe, pues, la codicia de que se reprocha a nuestro país; Chile no ocupó el litoral boliviano atraído por riquezas que no existen, ni lo conserva por su valor material. Recuperó su mejor y más intensa porción a título de reivindicación, y conserva la otra parte porque ella es necesaria a su existencia, porque es condición indispensable de su nacionalidad política, administrativa y geográfica, que de otra manera se hallaría interrumpida, dislocada, imposible… Tales son, señor Ministro, en sus rasgos más generales, los antecedentes de nuestra actitud en la tramitación de los asuntos pendientes con Bolivia y con el Perú”.
Sí, Bolivia nació con mar soberano.
H25: ¿Por qué chile desarrolló su estrategia expansionista sobre Bolivia? y ¿Por qué Chile se niega hasta ahora a dar a Bolivia Mar con soberanía?
C.M.: La expansión territorial de Chile ocurrió como resultado de una guerra, que nunca debió haber ocurrido, y, a raíz de la cual, Chile, siendo el vence¬dor, expandió su territorio como botín de guerra en desmedro del Perú y de Bolivia también. La razón de que el actual gobierno chileno, de común acuerdo con los partidos de oposición, se nieguen a ceder mar con soberanía a Bolivia, se debe, creo yo, a que cada vez que algún gobierno chileno ha intentado hacerlo, se produce una agitación sentimental y patriótica en el pueblo, azuzados por organismos chauvinistas que vi¬ven aún anclados en el siglo XIX. Y no sólo en Chile hubo reacciones negativas ante la posibilidad de lle¬gar a un acuerdo definitivo para dotar a Bolivia de una salida soberana al mar. También se alzaron voces negativas en Bolivia misma. A esto debemos añadir que Perú tiene derecho, consagrado en el Tratado del 3 de junio de 1929 que firmó con Chile, que le permite aceptar o rechazar cualquier intento de Chile por ceder soberanía a Bolivia por los territorios que antes de la guerra del 79 pertenecían al territorio peruano. Más información sobre esto está en el libro “Los Presidentes de Chile y la Demanda Marítima Boliviana” de próxima aparición.
El Silala no es un río
H25: Está claro que el Silala no es un río. Sin embargo, la posición chilena desarrolla la improbable tesis de que el Silala es un río. En este marco, cuánto le debe Chile a Bolivia por el uso de las aguas del Silala. Usted señaló alrededor de 1000 millones de dólares.
CM – Es cierto, el Silala no es un río. Es un conjun¬to de manantiales unidos artificialmente para que llegue a Chile por una canaleta igualmente artificial, hasta entrar en el río San Pedro como una especie de afluente. Esta trayectoria se puede ver por medio de Google Earth. También una visita a la zona de estos manantiales ayudaría a mostrar que estas aguas no son un río. Aquí sería útil contar con un libro con fotos a color de toda la zona de los manantiales del Silala, tanto fotos aéreas como en el terreno mismo, bien explicativo.
Respecto a cuánto le debería Chile a Bolivia por el uso de esta agua, desde hace tanto años en que no ha pagado nada, es una cifra que debe ser calculada por técnicos de Bolivia.
H25: ¿Está Luksic detrás de la apropiación de las aguas de los manantiales del Silala?
C.M.: El grupo económico Luksic compró en 1979 la Antofagasta (Chili) and Bolivia Railway Co. Ltd. a sus dueños británicos, y el paquete incluía la concesión que la empresa británica había obtenido de las autoridades bolivianas de la época para el uso de las aguas del Silala. Desde entonces la administración de las aguas del Silala, en el tramo que entra a territorio chileno, está bajo el control de este grupo de inversionistas. También debe tenerse presente que uno de los principales usuarios de esta agua es la empresa estatal “Codelco”.
H25: ¿Bolivia cómo debe encarar el tema del manantial del Silala y del desvío del río Lauca en su criterio?
C.M.: Debería encararlos con visión de Estado, y por medio de sabias decisiones y negociaciones. La experiencia pasada debería ser una buena maestra. Debe tomarse en cuenta que el problema con Chile respecto a las aguas del Silala nació cuando las autoridades bolivianas firmaron originalmente un contrato de arrendamiento de dichas aguas a una empresa extranjera, sin cautelar sus propios intereses, creando así el germen que condujo la situación a lo que es hoy.
Y en cuanto al conflicto con Chile por el desvío del río Lauca hacia el valle de Azapa en la zona rural de Arica, la mejor manera de escribir cómo se llegó a la actual situación es transcribir las dolidas palabras de una ilustrada personalidad boliviana: “Este prolongado silencio, que con frecuencia encontramos en los altibajos de nuestra política internacional, favoreció a Chile que pudo llevar a feliz término, sin inoportunos reclamos, la complexión de las obras del Lauca.
“Parte de la culpabilidad por la culminación del proyecto chileno, sin llegarse a la protección de los derechos e intereses bolivianos sobre el caudal del referido río internacional, corresponde, muy a pesar nuestro, a la desidia e impreparación de la Cancillería boliviana y de los agentes diplomáticos en Santiago, que abandonaron por dos períodos cuatrienales, un asunto de magnitud nacional, no obstante contar con toda la razón jurídica a su favor. Es la secuela de las pérdidas territoriales, del sistemático desconocimiento de nuestros legítimos derechos por las Cancillerías vecinas y del enclaustramiento de Bolivia, a que contribuyó nuestra proverbial lenidad e incapacidad en el manejo político exterior. ¿Acaso podía escapar a este trágico sino el problema del Lauca?” (Luis Iturralde Chinel, La Desviación del Río Lauca por Chile, (Facultad de Derecho de la Universidad Mayor de San Andrés: La Paz, Bolivia, 1963), p. 50.
Yo toco este tema en uno de mis libros titulado “Los Presidentes de Chile y la Demanda Marítima Boliviana”.
H25: ¿Cómo se debería encarar una solución estructural al tema marítimo boliviano?
C.M.: No puedo dar recetas a un país soberano, cuyas autoridades las creo bien capacitadas para tomar sabias decisiones en beneficio de su pueblo. En el pequeño libro que se incluye con esta edición especial de “Hora 25” se pueden hallar algunos pensamientos sobre este tema, desde mi perspectiva como un vecino.
H25: ¿Qué aporta su nueva investigación “Los Presidentes de Chile y la Demanda Marítima Boliviana” a la discusión sobre el tema del mar.
C.M.: Muestra que hubo un apreciable números de Mandatarios y Presidentes chilenos que no tenían ningún empacho en entrar en negociaciones formales con Bolivia para que obtuviera una salida soberana al mar por el actual litoral chileno. La posición de “nada de soberanía para Bolivia” es relativamente nueva. También muestra declaraciones oficiales de las autoridades chilenas pasadas y actuales respecto a la demanda marítima boliviana, así como también incluye declaraciones oficiales de autoridades bolivianas
Homenaje a Cristina Corrales
H25: ¿Qué opinión le merece la vida, la trayectoria, de Cristina Corrales a un año de su partida?
Cástulo Martínez – En primer lugar, un hondo pesar por su partida; quizás uno podría hasta pensar que su partida fue prematura, ya que aún tenía mucho que dar. Yo conversé con ella personalmente en mi anterior visita a La Paz. Por todo lo que conversamos me dejó la impresión de una mujer luchadora, fuerte ante las adversidades de la vida que querían aplastarla. Tenaz, estoica, pero desilusionada, en un sentido, porque no podía hacer más de lo que hacía por ayudar a los más desvalidos. Pero también orgullosa por sus logros en la vida, los reconocimientos nacionales e internacionales a su incansable labor como periodista de trinchera. No era periodista de escritorio; amaba lo que hacía o podía hacer por los demás. Era incansable (¿acaso nunca descansaba?). Sus reportajes sentaron escuela, y su memoria debería preservarse para las generaciones emergentes como ejemplo de periodismo activo. La mejor manera de recordarla, además de visitar su tumba y meditar sobre su vida, es perpetuar su obra, seguir sus pasos en su lucha por el mejoramiento de la calidad de vida de sus conciudadanos más débiles, y, por supuesto, proseguir su obra en defensa de los recursos naturales del suelo boliviano. Es en eso en lo que ella creía, y por lo cual luchaba infatigablemente. Descansa en paz, querida amiga. Tu lucha y tus esfuerzos por establecer la verdad histórica no han sido en vano.
Foto: El Diario
