Por Carlos Aznárez/Resumen Latinoamericano
Mientras el gobierno de Sebastián Piñera cae en picada a nivel de aceptación pública (en un año pasó del 47% al 26%, y ni siquiera pudo aprovechar el aniversario del sonado rescate de los mineros), sus ministros, vinculados al área educacional parecen no encontrar otra vía que la represión para aplacar las multitudinarias manifestaciones estudiantiles. De hecho, por estas mismas horas, los secundarios y universitarios de todo el país, junto a profesores, padres de alumnos y un buen número de trabajadores en conflicto cumplen un paro nacional y vuelven a tomar las anchas alamedas de Santiago para demostrar que el movimiento que reclama una educación más inclusiva y menos lucrativa goza de buena salud.
La ola de protesta estudiantil –que ya lleva más de 60 días de huelga y mantienen ocupados numerosos colegios secundarios- ya volteó a un ministro emblemático de la derecha, como era Joaquín Lavín y ahora ha puesto contra las cuerdas a su sucesor, Felipe Bulnes. Más aún, el movimiento ha sido el generador, en poco tiempo, de un clima de levantamiento generalizado contra la política de Piñera.
El ex empresario de la empresa aérea LAN Chile, que llegó a la Casa de la Moneda a partir de los continuos fracasos de la Concertación, pretendió, en primera instancia, ignorar los reclamos estudiantiles, y al ver que esta táctica no alcanzaba, ideó un “gran acuerdo nacional” que intentaba atender superficialmente algunos de los puntos de los huelguistas. La iniciativa capotó inmediatamente dado el repudio de toda la comunidad educativa. Frente a ello, y al consiguiente desconocimiento de otra propuesta surgida de los estudiantes, que hablaba de “un gran acuerdo social”, Piñera dejó el poder de resolución del conflicto en las manos de los carabineros de Chile. Una institución que desde Pinochet en adelante representa el símbolo de la violencia estatal, y que con la luz verde otorgada apaleó y gaseó a la muchedumbre juvenil.
En solo dos jornadas, los calabozos chilenos recibieron casi un millar de detenidos, y la cifra amenaza con seguir aumentando en los próximos días.
Sin embargo, esto que nació como una demanda por una educación pública gratuita y de calidad, y que no pudo ser resuelto por el gobierno de la Concertación (que aplicó a los “pinguinos” de la Secundaria la misma receta represiva), hoy ha devenido en un gigantesco movimiento que cuestiona toda la estructura sistémica. Como señalara la máxima dirigente de la Confederación de Estudiantes de Chile, Camila Vallejo: “nos cansamos de tanto menosprecio, no sólo a nosotros sino a todo el pueblo, y decidimos no parar hasta conseguir un cambio total de estas anquilosadas estructuras continuadoras del post-pinochetismo”. Vallejo fue amenazada de muerte el pasado viernes por una funcionaria ultraderechista del Ministerio de Cultura. Se trata de Tatiana Acuña Selles, que no dudó en inspirarse en el dictador Pinochet, y señalar: “Se mata a la perra y se acaba la leva”.
Pero tanto las amenazas como la represión no han hecho mella en el espíritu de la revuelta estudiantil. Por eso no es extraño comprobar que además de ganar las calles, levantaron la apuesta y repudian –como hacen los “indignados” españoles- a los partidos y a la política tradicional, o embisten con arrebatos imaginativos que no se veían en Chile desde la época de Salvador Allende, contra la burocracia y la corrupción institucional.
En la voz de sus máximos referentes –como son la propia Camila, o sus pares Paloma Muñoz y Freddy Fuentes, de la Federación Metropolitana de Estudiantes Secundarios- están planteando ni más ni menos que les interesa atacar las raíces “del capitalismo salvaje que soportamos desde la dictadura hasta nuestros días”. Incluso dan un paso más adelante y hablan de la necesidad de terminar con la Constitución pinochetista y convocar a una Asamblea Constituyente que abarque a todos aquellos que jamás han sido consultados. Sabiéndose la punta de un iceberg que hasta ahora se había mantenido –como gran parte del pueblo chileno- en actitud pasiva, están generando con sus marchas bulliciosas y alegres, con sus cánticos y pintadas que recuerdan al Mayo francés del 68, un clima generalizado de subida de la autoestima de todos los demás sectores de la población que se lanzó a las calles para apoyarles.
Por otro lado, a Piñera no le faltan conflictos, y es por eso que apoyando a la marea estudiantil se sumaron los mineros del cobre, demandando mayores salarios y el cese de la persecución sindical, o los ambientalistas que pelean contra el polémico y controvertido proyecto HydroAysén que contempla la construcción devastadora de cinco centrales hidoeléctricas en la Patagonia chilena. También expusieron sus denuncias los mapuches, que hace pocas horas han sido atacados a balazos por los carabineros, en la región de la Ercilla, en la comuna de Temucuicui, y por último, también salieron a la calle los pobladores chilenos de las Callampas (asentamientos informales, similares a nuestras villas miserias), añadiendo a los reclamos de sus hijos estudiantes, los específicos de vivienda y trabajo digno.
Este complejo escenario de protestas, depositó de manera casi natural el liderazgo en los referentes estudiantiles, unos “cabros chicos”, como se dice en Chile, que hoy cuentan con el beneplácito del 80% de la población, ya que ve en ellos a sujetos incontaminados por la política tradicional, que no dudan en expresar en voz alta las demandas del resto de los ciudadanos.
Otro aspecto muy singular de este fenómeno movilizador, es el hecho de que ningún partido de izquierda puede atribuirse –sin caer en el riesgo de ser desmentido por los propios estudiantes- la paternidad de esta oleada de descontento. Incluso los movimientos de la izquierda extra-parlamentaria tuvieron que reconocer que, a diferencia de otros tiempos no muy lejanos, sus agrupamientos han decidido participar sí, pero como “acompañantes” de la algarada juvenil y dejar que la conducción de las manifestaciones recaiga en esos adolescentes y jóvenes protagonistas.
El gobierno, en tanto, sigue sin encontrar una salida que le permita frenar su desprestigio. De hecho, a través del vocero gubernamental Andrés Chadwick, dejó claro en las últimas horas que no cederá a las presiones de negociar “si prosiguen las movilizaciones”. Salió a responderle Camila Vallejo, en nombre de todos los movilizados, quien no dudó en aconsejarle al gobierno, “antes que sea demasiado tarde”, que mire a su alrededor “y se dé cuenta que por fin, ya no les tenemos miedo”.
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Chile: estudiantes y profesores harán este martes una huelga, que incluirá marchas y cacerolazo
El presidente chileno, Sebastián Piñera, enfrentará hoy una huelga nacional de estudiantes y profesores, a la que se sumaron los mineros del cobre, que incluirá una marcha y un cacerolazo por la noche, mientras su gobierno no encuentra una salida política a la crisis educativa, que derrumbó su apoyo a mínimos históricos.
La huelga sucederá a 48 horas de una numerosa manifestación realizada por los estudiantes por las calles de Santiago, que según Camila Vallejo, líder de la Federación de Estudinates (Fech), demostró “el apoyo que tiene nuestra demanda en la ciudadanía, pero también un emplazamiento al gobierno para que entre en razón y dé una respuesta favorable a las demandas de nuestro movimiento y se demuestre que hay democracia en Chile”.
Por su parte, el rector de la Universidad de Chile, Víctor Pérez, saludó a Vallejo, a quien dio su “apoyo, respaldo, afecto y desconsuelo por lo que le está sucediendo” en referencia a amenazas de muerte que ha recibido en las redes sociales.
En tanto y cuando se cumplen tres meses de movilizaciones, el gobierno de derecha busca tender puentes con la oposición de centroizquierda para poder resolver la crisis en el Congreso.
Un primer paso, luego de que socialistas y comunistas anunciaran que no realizarán ningún arreglo político sin acordar previamente con los estudiantes, lo marcó hoy la reunión que el Ejecutivo mantuvo con los líderes de la Democracia Cristiana (DC).
“Valoramos el paso que ellos (los democristianos) han dado.
Sabemos que les ha costado algunas dificultades y críticas. Eso es lo que venimos planteando: la necesidad de voluntades, de liderazgo, que nos permitan avanzar en acuerdos”, dijo el ministro vocero del gobierno Andrés Chadwick, primo de Piñera, citado por la agencia noticiosa alemana DPA.
Sin embargo, los estudiantes, quienes tienen un respaldo en encuestas de 80 por ciento, desahuciaron la posibilidad de encontrar acuerdos bajo el actual marco de negociación.
“Con el gobierno lamentablemente no están dadas las condiciones para que se pueda avanzar y transformar la educación”, dijo el líder de la Universidad Católica, Giorgio Jackson.
Por su parte, el líder de la DC, Ignacio Walker, invitó a las autoridades de La Moneda a realizar un “nuevo pacto constitucional”, que responda las protestas sociales que en las últimas semanas han marcado la agenda en Chile.
Las demandas por educación pública gratuita y de calidad en un país donde toda la educación universitaria es pagada, están cruzadas por un debate más amplio sobre la representatividad del sistema político y la inequidad del modelo de desarrollo de Chile.
Desde sectores oficialistas hasta líderes comunistas hay consenso en la necesidad de introducir cambios en la Constitución y el sistema electoral heredados de la dictadura militar (1973-1990).
Las diferencias están en la profundidad y sentido de ellos.
También complica el escenario la proximidad de las elecciones municipales de 2012 y presidenciales de 2013, hecho que incluso debilita el poder presidencial, según expertos.
“La derecha no va a seguir apostando por Piñera debido a su aparente incapacidad de asumir la conducción, porque no sabe en qué dirección tomar decisiones”, dijo el analista Marco Moreno.
La huelga, con el antecedente de la masiva marcha el domingo y la represión de la del jueves pasado, está inscripta en el deseo de estudiantes y profesores de fortalecer su movimiento, de cara incluso a los comicios de 2012.
Las manifestaciones de los últimos meses, las más masivas desde el fin de la dictadura en 1990, tienen como trasfondo la desigualdad social en Chile, país donde las 10 familias más ricas del país, incluida la de Piñera, poseen un patrimonio de 75.000 millones de dólares.
Todas las encuestas hablan además de un progresivo rechazo a las dirigencias políticas. El Centro de Estudios Públicos, vinculado con el empresariado, alertó que el apoyo a Piñera está en un 26 por ciento y el de la oposición de centroizquierdista en 17 por ciento.
Por otra parte, el presidente del Senado, Guido Girardi, del opositor Partido Por la Democracia (PPD), emplazó al gobierno y al presidente a clarificar si comparte los dichos del senador oficialista, Carlos Larraín, quien aseguró que en el Parlamento había “inútiles subversivos”.
Los dichos de Larraín, jefe del partido Renovacion Nacional (RN) se produjeron en el marco del consejo nacional de esa fuerza.
“No nos van a doblar la mano una manga de inútiles subversivos”, afirmó, y señaló que algunos están en el Parlamento.
Masiva marcha de estudiantes en Chile luego de la represión
08/08/11 Recorrió pacíficamente el centro de Santiago. Piñera autorizó esta vez la protesta.
EN SANTIAGO. LA MULTITUD MEZCLO ESTUDIANTES, PROFESORES Y FAMILIAS. FUERON ALREDEDOR DE 10 MIL PERSONAS.
Unas 10.000 personas participaron ayer por la tarde de una marcha pacífica en Santiago para exigir cambios al modelo de educación chileno, en una manifestación autorizada por el gobierno de Sebastián Piñera. La concentración se realizó tras las jornadas del jueves en las que se produjeron fuertes choques entre jóvenes y carabineros que dejaron 874 detenidos y 90 policías heridos.
Desde el mediodía, estudiantes secundarios y familias con hijos chicos comenzaron a reunirse en la Plaza Italia y a caminar por las calles interiores hacia los parques céntricos, alejados del palacio presidencial. Por el camino se fueron sumando centenares de familias y todas confluyeron al final en el Parque Almagro, donde cerró la marcha con un acto cultural.
Al finalizar el acto, la dirigente de los secundarios, Paloma Muñoz, dijo que “se hizo un trabajo espectacular para tener esta convocatoria tan masiva, le damos una muestra clara al gobierno de lo que es la unidad social, la unidad nacional”.
Los estudiantes secundarios y universitarios llevan tres meses de protestas para exigir una mejoría en la calidad de la educación, el retorno de la administración de los colegios al Estado, la enseñanza gratuita y garantizar la calidad de las clases en establecimientos privados.
En medio de una fuerte discusión social por las protestas, una encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) difundida el jueves reveló que 80% de la ciudadanía respalda el movimiento estudiantil. Esto se produce en un momento en que la popularidad de Piñera bajó al 26%.
De la nueva situación provocada por los reclamos también participan los diferentes sectores políticos chilenos. El ex presidente Eduardo Frei declaró en una entrevista al diario argentino La Nación , que Piñera “reemplaza ministros cada semana, habla por televisión, cambia de opinión tres o cuatro veces por día y, fundamentalmente, actúa con muy poca transparencia. Chile está al borde de la ingobernabilidad”.
Por otro lado, desde la derecha, el presidente de Renovación Nacional, Carlos Larraín, sorprendió ayer con frases agresivas hacia los organizadores de las protestas: “No nos va a doblar la mano una manga de inútiles subversivos, que están instalados muchos de ellos, desgraciadamente, en un Parlamento, que no supimos ganar”.
Esta semana continuarán las marchas y el gobierno deberá definir qué posición toma porque para mañana fue convocado un paro nacional de universitarios, al que ahora se sumaron los profesores.
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¡No aflojen, cabros!
Editorial de la revista chilena “Punto Final”
Frustración e indignación produjo la propuesta que entregó el ministro de Educación, Felipe Bulnes Serrano, a los estudiantes universitarios y secundarios y al Colegio de Profesores. Se esperaba mucho más, un documento que estuviera a la altura de la magnitud y complejidad del problema y que se hiciera cargo de abordarlo a fondo, para iniciar la verdadera revolución que necesita el anquilosado y antidemocrático sistema educacional chileno.
Sin embargo, no fue así. El gobierno ni siquiera intentó situarse por encima de sus compromisos ideológicos y de los intereses económicos que representa para asumir el liderazgo patriótico y la visión de futuro que reclama la mayoría del país que apoya al movimiento estudiantil. Prefirió dejar las cosas tal como estaban antes del cambio de gabinete y ahora, se encuentra hundido hasta el pescuezo en el pantano que cada día se hace más espeso con la incorporación de variados contingentes a la protesta social liderada por los estudiantes. Desaprovechando la oportunidad de enfrentar de una vez por todas un problema que se ha convertido en insoluble tanto para los gobiernos de la Concertación como de la derecha, el ministro Bulnes prefirió proponer esbozos de soluciones en algunos temas e ignorar otros que son sustanciales en la demanda estudiantil. Como es habitual, se intenta levantar falsas expectativas a través de la consagración constitucional de principios que, según inveterada experiencia, permanecerán incumplidos. A la vez se esquivan las exigencias específicas de los jóvenes universitarios y secundarios. Las movilizaciones de estudiantes y profesores -que han concitado el apoyo de millones de ciudadanos-, están alcanzando su máxima tensión. El 9 de agosto se anuncia un paro nacional que sin duda convocará un apoyo multitudinario. La intención del gobierno, en vez de hacerse eco del reclamo nacional por una educación pública y gratuita, intenta desgastar al movimiento estudiantil para desactivar la creciente protesta social que desencadena la lucha estudiantil. La propuesta del ministro de Educación trata de “emborrachar la perdiz”, valiéndose de un juego politiquero, para derrotar a los estudiantes en la mesa de negociaciones y sacar el conflicto de las calles.
Demandas como eliminar el lucro en la educación, la desmunicipalización de los colegios y una clara hegemonía de la educación pública, han caído en oídos sordos. Igualmente la necesidad de una reforma tributaria y de la renacionalización del cobre como fuentes de financiamiento para una política educacional que inicie un cambio igualitario en beneficio, sobre todo, de los sectores más empobrecidos. Nada dice la propuesta del gobierno sobre estos temas. Incluso los grandes empresarios -con evidente oportunismo- han declarado su disposición a considerar una reforma tributaria dado el objetivo superior que se busca. Los 4.000 millones de dólares en seis años que el gobierno ofrece para el conjunto de la educación chilena (a razón de unos 650 millones de dólares anuales), resultan insuficientes para un sistema que abarca desde la educación preescolar hasta la formación terciaria, incluyendo la educación técnico-profesional que se encuentra en estado casi terminal. El ministro Bulnes, junto con reconocer la demanda de un financiamiento adicional a esos 4 mil millones de dólares, ha sostenido que el gobierno no puede acceder, porque arriesgaría “sensiblemente” metas prioritarias en educación, vivienda y combate de la extrema pobreza. El argumento es engañoso. Precisamente porque existen otras necesidades urgentes, se hace necesaria una reforma tributaria y gravámenes efectivos a las ganancias de las transnacionales del cobre, para atender necesidades vitales como educación, extrema pobreza, salud y vivienda, particularmente en las zonas afectadas por el terremoto. El gobierno busca salidas a medias y echa mano a medidas de contención de la protesta estudiantil con promesas y declaración de intenciones que dejan en pie el esquema impuesto por la dictadura militar que convirtió la educación en un “bien de consumo”, como ha hecho suyo en un lapsus de sinceridad el presidente de la República.
En la respuesta del gobierno a los estudiantes abundan los planteamientos declarativos sin importancia práctica ninguna. ¿Qué tiene de importante, por ejemplo, que se eleve a “rango constitucional” el derecho a una educación de calidad respaldada por el Estado? ¿Ha servido de algo que la educación figure como obligación preferente del Estado en los números 10 y 11 del artículo 19º de la Constitución impuesta por Pinochet? ¿De qué ha servido -asimismo- proclamar que la educación universitaria no tiene fines de lucro? Diversos mecanismos que ahora se proponen (Subsecretaría de Educación Superior y Superintendencia) pretenden fiscalizar a los agentes privados que participan en la educación. Se trata de una fiscalización cuando menos peligrosa, porque, ¿quién fiscalizará a los fiscalizadores? Las prácticas de corrupción mediante las subvenciones escolares a los sostenedores de colegios aprobados por el Ministerio de Educación, que se han cuoteado entre la Concertación y la derecha, han llegado al extremo de condonar las sanciones a quienes violaron la ley con malos servicios, suplantación de alumnos, no pago a los profesores, etc. El asunto de fondo es que el objetivo de los sostenedores de colegios es el lucro, y por eso les interesa pagar lo menos posible a los profesores y gastar el mínimo en los alumnos para apropiarse del resto de la subvención que les entrega el Estado. No se puede asegurar que estas prácticas detestables no sigan ocurriendo. Tampoco la disminución del interés del crédito otorgado con aval del Estado a los estudiantes -que bajaría de 7 a 4 por ciento- terminará con el agobio de las familias, que seguirán haciendo prodigios para costear una educación mediocre o francamente mala, considerada una de las más caras del mundo. La propuesta del gobierno a los estudiantes en síntesis sólo se propone ganar tiempo, descomprimir las presiones de la movilización callejera y aislar a los estudiantes; o, eventualmente, abrir negociaciones que se prolongarían indefinidamente.
La propuesta ha sido evaluada a fondo por los estudiantes y profesores. Las resoluciones que ellos tomen con autonomía deben ser respetadas. La independencia de los movimientos sociales se encuentra amenazada por sectores políticos desprestigiados, especialistas en pescar a río revuelto. En estudiantes y profesores recae la responsabilidad de impedir que se utilice su movimiento para fines subalternos, ajenos a sus intereses y aspiraciones. Esa responsabilidad debe ser asumida sin las interferencias ni las tutelas que trata de imponer el oportunismo partidario. Las exigencias de los jóvenes estudiantes, que han logrado acumular una enorme fuerza, vigorosa y pacífica, creativa y dotada de profunda intuición acerca del futuro democrático que necesita la nación, deben ser atendidas por el gobierno. La magnitud alcanzada por la protesta social -y en particular estudiantil- merece soluciones trascendentes e históricas, no parches ni macuquerías politiqueras como las que se ofrecen desde La Moneda y el Parlamento. De la firmeza de los estudiantes -haciendo uso de sus derechos ciudadanos- depende abrir paso ahora a reivindicaciones democráticas que el pueblo anhela desde hace años. Los jóvenes -los que se creía que no estaban “ni ahí”- están dando una lección de civismo. La protesta social por tanta desigualdad e injusticia, estaba latiendo en lo profundo de la sociedad chilena. Se está manifestando a diario en forma pacífica y valiente. Ese sentimiento que dice basta a la injusticia, se aglutina en torno al movimiento estudiantil y a su defensa de la educación pública. Es visible el temor que la protesta social provoca a los dueños de este país, a sus medios de comunicación, a sus parlamentarios, a sus ministros… Hacía muchos años que las clases dominantes de Chile no veían desafiados sus privilegios y su poder por tan amplios sectores populares. Eso lo han conseguido los estudiantes. El resto del país se los agradece y les apoya.
¡No aflojen, cabros!
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Las lecciones del movimiento estudiantil
Jaime Massardo
Le Monde Diplomatique (Chile)
A través de un conjunto de manifestaciones masivas y pacíficas el movimiento estudiantil, encabezado por la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), ha expresado su rechazo al proyecto de reforma educacional propuesto por el actual gobierno, mostrando a la sociedad chilena que éste no satisface las necesidades de educación científica, tecnológica, artística y humanista de sus habitantes. Las marchas nacionales del 1, el 16, el 30 de junio y el 14 de julio generan un hecho político cuya particularidad debe ser examinada en la consecución de las luchas sociales en nuestro país, esto es, en el marco de la evolución política local de estos últimos treinta y siete años:
Esta evolución nos muestra que, desde el último tramo dictatorial, las élites entendieron que la intervención militar no podía asumir una forma permanente. La disciplina de la fuerza de trabajo implantada durante los años de la dictadura y el nuevo sistema de referencias articulado en torno al mercado facilitaron entonces un proyecto político-cultural que fue formando un sentido común que llevó a despolitizar la sociedad chilena. Estimulado por la complicidad de los medios de comunicación fueron desplegándose durante estas casi cuatro décadas las características de este proyecto cuyos ejes se consideraron «naturales»: la educación pagada, la salud privatizada, el individualismo extremo, un nacionalismo vulgar, el repliegue del espacio público, la brutal concentración de la propiedad y del ingreso, la acumulación de riquezas en manos privadas, la permanente degradación de la situación de los trabajadores, la desigualdad y la discriminación entre chilenos, la banalidad de la clase política, la entrega de los recursos naturales al capital y la consiguiente amenaza al equilibrio ecológico, pasaron a ser componentes de este sentido común que tardó décadas en cuestionarse a sí mismo, tan grande había sido la derrota del pueblo chileno en septiembre de 1973.
Sin conexiones orgánicas con procesos culturales afines, atomizada por el efecto coercitivo de los años de represión, desmoralizada por la frustración de sus expectativas democráticas, desde los años 1990 la gran mayoría de la población chilena no parecía existir sino como consumidora y espectadora. El debilitamiento de las formas orgánicas de la cultura política de los trabajadores -sindicatos, agrupaciones populares, partidos…- contribuyó a facilitar esta “autonegación” de las potencialidades de la praxis.
La ausencia de referentes y de movimientos sociales estables y por lo tanto de vasos comunicantes entre la actividad social y la creación intelectual que conllevaba este gigantesco proceso de desagregación de la vida social característico de los años del postpinochetismo fue generando, además, un conjunto de nuevos intelectuales que, aislados del mundo popular, se comenzaron a pensar a sí mismos como «productores de sentido». Fruto de esta trahison des clercs, el rasgo determinante de este período refuerza precisamente esta internalización creciente de los valores y de las pautas de comportamiento de la élite por amplias capas de la población y de los propios trabajadores. El ejercicio de la política en estas condiciones, donde al control del aparato institucional del Estado por parte de la élite se suma al de los centros de irradiación de la cultura, en particular de los medios de comunicación, se transforma en la práctica de una libertad inofensiva.
La movilización estudiantil que surge en estos meses representa el quiebre de estas tendencias y en eso consiste su particularidad.
La nueva generación que protagoniza el movimiento no vivió el miedo a la dictadura y a través de su creatividad, su disposición a la horizontalidad y su transparencia representa una nueva forma de práctica política en un contexto que, sin la camisa de fuerza y el empantanamiento político propios de los gobiernos de los partidos del pospinochetismo, ha dado forma a una nueva subjetividad, mostrando la necesidad de un nuevo Chile, de una Segunda República donde todos podamos vivir en mejores condiciones, forjando un futuro construido por todos.
Esta nueva generación mostró que la lucha política por cambiar el sistema es posible y necesaria, constituyendo un punto de articulación de un movimiento de dimensión nacionalcapaz de galvanizar las diferentes expresiones sociales y políticas que tengan por objetivo común una nueva sociedad. Así, junto a la lucha ecológica y otras reivindicaciones no menores (v. gr. renacionalizar el cobre, defensa de las fuentes de trabajo en los puertos), ha tenido la virtud de arrojar una nueva luz sobre las condiciones en las que se viene desarrollando nuestra vida social en Chile, mostrando que la recuperación de la plusvalía de los negocios privados por vías democráticas para utilizarla socialmente en provecho de las grandes mayorías nacionales es posible y necesaria. Chile es un país rico cuya riqueza se distribuye con extrema desigualdad. 1
El movimiento estudiantil ha devuelto la alegría a la calle y al pueblo chileno, recordándonos que la lucha social es y será siempre una fiesta. Con ello, por primera vez en estos treinta y siete años el sentido común «naturalizado» por el mercado se pone en cuestión…
La encrucijada actual
Planteada la movilización estudiantil en su verdadera dimensión en relación con las luchas sociales de la historia reciente, el análisis debe dar cuenta entonces de su estado actual, prefigurando los escenarios que se desprenden de la actual correlación de fuerzas. Desde un lado, la élite en el poder, con la sibilina intención de colocar una cuña entre el movimiento estudiantil, el estamento docente y la direcciones de la universidades, elabora la propuesta de un Gran Acuerdo Nacional por la Educación (Gane), dirigiéndola en filigrana a los rectores agrupados en el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (Cruch). 2 Al mismo tiempo recurre a la fuerza , como demostró el reciente 14 de julio, y cambia al Ministro de Educación para salvarlo de las acusaciones de la Contraloría de la República que mostraba que se había lucrado con su participación como directivo de la Universidad del Desarrollo. 3 Desde otro lado, la Confech, que por más de 9 horas se reunió el sábado 16 en Concepción, responde condenando con firmeza la represión y rechazando al Gane, poniendo en evidencia que no representa ningún cambio fundamental en la educación nacional. «El gobierno -señala- debe responder en torno a las demandas transversales de los actores de la educación», ya que las propuestas enunciadas por Piñera «no han hecho eco en la ciudadanía»… 4
Puestas así las cosas, la victoria del movimiento estudiantil y de las fuerzas sociales que se le vienen sumando, victoria que conjuntamente con cambiar los fundamentos mercantiles de la educación debe concebirse como una refundación estructural de la institucionalidad política de Chile , juega su destino inmediato en una apretada dialéctica. Como conditio sine qua non debe mantener la movilización, continuar acumulando fuerzas y arrinconando al gobierno. Pero al mismo tiempo le resulta imprescindible darse un respiro que permita evitar el desgaste y el fantasma de una salida al conflicto que se pacte sin su legítima presencia en tanto que actores centrales del movimiento. Superar esta encrucijada significa construir una táctica inédita que lleve al movimiento estudiantil a combinar la movilización con determinados grados de actividad académica que le permita, por ejemplo, conducir a la conclusión el semestre actual, evitar el aislamiento de el núcleo más activo con respecto al estudiantado menos dinámico y, combinando la lucha y el estudio, mantener la iniciativa.De la correcta resolución de este impasse dependerán los pasos siguientes de la movilización estudiantil…
* Universidad de Valparaíso.
Fuente: Resumen Latinoamericano
