La Asamblea del Pueblo Guaraní en Itika Guazú (APG IG), al considerar que sus acuerdos con multinacionales petroleras son “un aporte específico y concreto a las reivindicaciones de las comunidades indígenas bolivianas y latinoamericanas” (comunicado del 15-III-11), marca un antes y un después en la credibilidad del discurso indigenista, que se caracterizaba por asumir una nueva propuesta civilizatoria, el respeto a la naturaleza y la condena al colonialismo.
La APG IG, además de suscribir un “Acuerdo de Amistad y Cooperación” con Repsol, al que se sumaron la British Petroleum (BP) y E&P (Total), reveló que ha firmado un segundo convenio con Nizcor, organización gemela de Human Rights, financiadas por fundaciones de Rockefeller (Exxon Mobil) y George Soros http://www.derechos.org/esp.html y http://www.derechos.net/links/res/funds.html
El pachamamismo (o indigenismo fundamentalista) ha supeditado sus principios a compañías culpables de genocidios, extractivismo a ultranza y deterioro planetario. El poderío petrolero está identificado con la aniquilación de pueblos indígenas, fractura de países, invasiones y guerras de conquista. Así lo demuestra la historia de lo ocurrido en los últimos 100 años. En forma reciente, la Exxon Mobil de Rockfeller ha impedido que EEUU suscribiera el Protocolo de Kyoto y otros acuerdos internacionales que buscan reducir el calentamiento global. Logró que Washington equiparara seguridad nacional con acceso al petróleo, en tanto que junto a la BP, Repsol y Total ha impulsado abiertamente las guerras de rapiña en el Golfo Pérsico y en países árabes.
¿Los pueblos indígenas que reciben aportes económicos de la British Petróleum apoyan la ocupación colonial del Reino Unido en las Malvinas? ¿Les parece bien que en la guerra de Inglaterra con la Argentina, de 1982, los colonialistas usaran a los Gurkas de Nepal contra combatientes argentinos, muchos de ellos de origen quechua y aymara, cuyos padres había inmigrado al vecino país?
Las petroleras son la columna vertebral del orden mundial, en cuya base se halla el poder financiero, junto a sus paraísos fiscales, comercio de armas y narcotráfico. Las muchedumbres de indignados en Europa y EEUU han denunciado que los grandes Bancos y las petroleras han secuestrado la política, han aplastado la vigencia de los derechos humanos y han sometido a la justicia a intereses privados. ¿Cómo conciliar la “visión indigenista del desarrollo” con los intereses de Rockfeller y su pandilla? ¿Cómo compatibilizar la “transparencia”, predicada por la APG IG, y ocultar, por lo menos hasta ahora, sus acuerdos con Repsol, British, E&P Total y Nizkor (Rockefeller)?
El pachamamismo se presenta como la única corriente, a nivel mundial, capaz de plantear alternativas viables al capitalismo. Es absurdo creer que ese objetivo será logrado con el respaldo de multinacionales petroleras, mafias financieras y paraísos fiscales. El sistema capitalista está siendo debilitado, en cambio, a través de los movimientos de indignados del mundo industrializado, la rebeldía en el mundo árabe, la aparición de potencias emergentes y el fortalecimiento de pactos regionales al margen de EEUU y Europa Occidental, como ocurre en América Latina con UNASUR, el MERCOSUR, la CEE, el ALBA y la CELAC.
Las petroleras y los pachamámicos pretenden destruir a los Estados nacionales periféricos. Avanzaron en ese objetivo al obtener el reconocimiento constitucional de 36 inexistentes naciones indígenas en Bolivia. Lo que postergó, aún más, la consolidación de su entramado social indo mestizo.
El pachamamismo busca, con su financiamiento foráneo, vetar la ampliación del gasoducto Villamontes Tarija (GTV), que permitiría conectar los mega campos de gas con el Salar de Uyuni y los yacimientos mineros de Potosí, Oruro y La Paz. No se opone, en cambio, a la instalación de nuevas plantas procesadoras de gas, que cuadruplicarán los volúmenes de exportación. Lo anterior demuestra, una vez más, que los intereses de transnacionales y el pachamamismo aceleran la disgregación de Bolivia.