GASOLINAZO GENERA VIOLENTA REBELIÓN POPULAR EN NIGERIA

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Nigeria, con más de 160 millones de habitantes, exporta petróleo a Estados Unidos, Europa y Asia, pero está obligada a importar gasolina y diésel.

Página Siete

La decisión del Gobierno de aplicar un severo ajuste financiero a la economía nigeriana suprimiendo, por ejemplo, el subsidio estatal a los combustibles provocó una rebelión popular que hasta el momento causó al menos cinco muertos y más de 10.000 personas desplazadas.

“Por el momento hemos registrado cinco muertes de ambas partes, los atacantes y los atacados, y al menos unos 10.000 desplazados”, declaró ayer a la agencia AFP Dan Enowoghomwenwa, secretario general de la Cruz Roja de Nigeria en el estado de Edo, un día después de un ataque contra una mezquita en Benin, en el marco de una manifestación contra el incremento de los precios del combustible.

La protesta popular agrava mucho más la situación de convulsión social en el país africano, pues actualmente Nigeria registra fuertes disputas religiosas entre cristianos y musulmanes que ya produjeron varios atentados mortíferos.

Muchos de esos ataques fueron reivindicados por Boko Haram, un grupo islamista que pide la aplicación estricta y generalizada de la sharia, la ley islámica, en todo el país.

Gasolinazo

Numerosos grupos de manifestantes encabezan el rechazo del gasolinazo con barricadas en torno a lujosos barrios de Lagos, la capital.

Los sindicatos exigen al Gobierno revocar la desregulación del precio del petróleo establecida el 1 de enero pasado, medida que generó la subida a más del doble del precio de la gasolina y del combustibles para la cocción de alimentos.

La subvención de los energéticos, que se mantuvo por varios años, era la única ventaja a favor de la población por vivir en el mayor productor de petróleo de África, que por lo demás está inmerso en elevados niveles de pobreza, según señala una nota de Prensa Latina.

El presidente Goodluck Jonathan reiteró ayer un llamado al diálogo como única opción para resolver el desacuerdo, y recordó que la suspensión gradual de los subsidios para favorecer a algunos sectores económicos y sociales fue anunciada en octubre pasado, por lo que se declaró sorprendido por las protestas.

Acorde con ello, el ministro de Información, Labaran Maka, instó a los trabajadores a suspender la protesta y a apoyar al Ejecutivo en aras de devolver al país el crecimiento económico, destacó el diario The Nation.

No obstante, el Nigeria Labour Congress y el Congreso de Sindicatos, las dos agrupaciones gremiales más importantes, reiteraron su desacuerdo con la medida y ratificaron las movilizaciones.

Descontento social

Aunque ayer el país estuvo casi paralizado por la huelga, las refinerías de petróleo reportaron normalidad en la extracción del crudo, ascendente a 2.400.000 barriles diarios.

Nigeria, con más de 160 millones de habitantes, exporta petróleo a Estados Unidos, Europa y Asia, pero está obligada a importar gasolina y diésel, dada la mala gestión y corrupción administrativa, sumado el mal estado de sus refinerías, según criterios concordantes.

Junto a los disturbios por el alza del precio de los carburantes, crece el descontento en la población por la gestión del Presidente y su Ejecutivo ante el aumento de la criminalidad.

Desde la última Navidad a la fecha, centenares de personas murieron en actos violentos y de ello el Gobierno culpa al grupo islámico extremista Boko Haram. Sin embargo, para los analistas ésta es otra realidad que no tiene nada que ver con la crisis económica.

Una decisión impopular

El Gobierno de Nigeria tomó la decisión de eliminar el subsidio a la gasolina a partir del 1 de enero, lo que provocó que el precio del combustible se dispare de 0,40 dólares a 1,30 dólares el litro, aumentando por consiguiente el precio de la gran mayoría de productos y servicios, en especial del transporte.

“Medidas de este tipo son, definitivamente, impopulares, pero necesarias en un contexto de crisis, donde el Estado se ve imposibilitado de seguir asumiendo gastos tan altos. Personalmente, no creo que el presidente Jonathan dé marcha atrás, sobre todo porque administra un Estado al borde de la quiebra, con un elevado índice de desempleo y profundas diferencias religiosas entre musulmanes y cristianos”, explicó el analista político Marcel Vidal, a la emisora Radio Francia Internacional.

Para Vidal la solución está en alcanzar un acuerdo con los sindicatos para que cesen en sus protestas y, de ese modo, “negociar vías de solución política, sin la presión de la calle. De lo contrario el conflicto continuará creciendo hasta hacerse insostenible”.

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