Una pequeña nación que con el apoyo de Estados Unidos tiene un poderío militar sin igual, sin embargo esas fuerzas armadas sólo sirven y servirán para el goce y protección del 1% de los poderosos de ambas naciones para desgracia del pueblo árabe y del mundo entero. Lea este artículo del periódico digital AURORA.
Moshe Silmán, quien se quemó a lo bonzo durante la manifestación de indignados el pasado sábado, falleció en el hospital de Tel Hashomer.
Silmán, de 57 años y que sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en el 95 por ciento de su cuerpo tras prenderse fuego en protesta por encontrarse en una situación económica desesperada, falleció a primera en el hospital Sheba, donde permanecía hospitalizado en cuidados intensivos desde hace una semana.
Los médicos le habían retirado del tratamiento de recuperación y le mantenían solo con oxígeno y suero, explicó Yuval Katef, amigo del fallecido y uno de los líderes de la protesta social en Haifa (en el noroeste) que le acompañaba en el hospital Sheba, junto a sus hermanas y otros activistas sociales.
Se trata de la primera víctima de este tipo en el país, donde el pasado verano tomó las calles un movimiento de protesta popular que llevó a cabo las mayores manifestaciones sociales de la historia del país, que este verano se han renovado con menor intensidad.
Silmán se había unido hace unos meses al movimiento de indignados de su localidad, Haifa, tras sufrir un grave deterioro de su situación económica y personal.
El pasado sábado, en que unas 10 mil personas marcharon para conmemorar el primer aniversario del movimiento, Moshe Silman, desocupado y arruinado, se empapó de gasolina y se prendió fuego tras distribuir una carta en la que culpaba a las autoridades (entre otras, al primer ministro Biniamín Netanyahu y la Seguridad Social) de su penosa situación.
Tras su intento de inmolación, al menos 15 personas en situaciones económicas desesperadas han amenazado con hacer lo mismo, y algunas de ellas han sido interrogadas por la Policía.
Los problemas de Silmán comenzaron a finales de 2000 cuando, con el estallido de la Segunda Intifada, la empresa de mensajería que había levantado empezó a sufrir pérdidas
y acumuló deudas a las que no podía hacer frente.
En 2002 el Instituto del Seguro Nacional le embargó uno de los cuatro camiones de la compañía porque debía 15.000 shekels (unos 3.090 euros o 3.790 dólares).
Silman trató de recuperarlo pagando una parte de la deuda, pero los trabajadores del Instituto estaban esos días de huelga. Seis años después demandó a la institución, pero nunca hubo audiencia porque no podía afrontar las costas judiciales.
Trabajó entonces como taxista, mientras le embargaban la cuenta bancaria y sus ahorros y los de su madre, que ejercía como aval, iban directamente a pagar la gran deuda que tenía acumulada.
Tras la muerte de su madre hace dos años, Silman sufrió un infarto y se trasladó a Haifa, donde sobrevivía con la ayuda de sus hermanas y una pensión de incapacidad de 2.300 shekels (474 euros o 580 dólares) por la pérdida del 50% de su habilidad para trabajar.
“No tengo dinero para medicamentos o el alquiler… Serví en el Ejército y hasta los 46 años fui reservista (…) No seré un sin techo. Por eso estoy protestando contra todas las injusticias que ha hecho el Estado contra mí y aquellos como yo”, escribió en su última nota.
Katef, que le acompañaba desde hace días en el hospital, señaló que todos sus compañeros del movimiento esperaban que “dejase de sufrir lo antes posible”.
“Silmán era un hombre muy rico y en los últimos años sufrió muchísimo, sobre todo porque las leyes y burocracia del país estaban contra él. Por ejemplo, no podía recibir ayudas para pagar un alquiler porque una vez tuvo una casa a su nombre”, explicó Katef.
Según él, “en la última década Israel no dedica dinero a la gente que lo necesita. Se actúa de forma capitalista, sin proveer de salud y educación a los más necesitados. Hay mucha gente en la misma situación que Silman y muchas ONG están recibiendo llamadas de gente desesperada que amenaza con hacer lo mismo. Es una situación realmente desesperada, es imprescindible hacer un cambio”. EFE