Gerardo Lissardy
Brasil desplegó miles de tropas en sus fronteras sur esta semana como parte de una serie de operativos contra el crimen, pero también para mostrar su creciente poderío militar en la región, opinan analistas.
La denominada “Operación Ágata 5” prevé movilizar unos 9.000 soldados brasileños, aviones, vehículos blindados, helicópteros de combate y lanchas de patrulla en las fronteras con Paraguay, Bolivia, Argentina y Uruguay.
Iniciado el lunes, el despliegue seguirá hasta fin de agosto según las previsiones oficiales y se suma a otras cuatro operaciones similares lanzadas previamente en la Amazonia y otros puntos fronterizos de Brasil.
“Es una operación de frontera que tiene como objetivo, sobre todo, la represión de la delincuencia”, dijo a la BBC el ministro brasileño de Defensa, Celso Amorim.
Sin embargo, algunos expertos creen que con estos ejercicios militares masivos Brasil envía a la vez al mundo un mensaje de mayor celo de su vasta frontera con 10 países, como garante de la estabilidad regional.
“PODERÍO MILITAR”
Iniciadas hace un año, las operaciones militares Ágata han ayudado a las autoridades brasileñas a incautar drogas y otras mercaderías introducidas ilegalmente al país y a destruir pistas clandestinas de aterrizajes de aviones.
Un objetivo es marcar un contraste con un pasado en que Brasil era acusado de cierta negligencia en el cuidado de sus fronteras, dijo Paulo Velasco, experto en relaciones internacionales de la Universidad Candido Mendes.
“Pero hay de forma subliminal un mensaje de que Brasil está pensando mejor la cuestión de defensa y el equilibrio de fuerzas regional también”, agregó en declaraciones a BBC Mundo.
Velasco descartó que esto se haga “en el sentido de dominar o amenazar a los vecinos”, pero recordó que en los últimos años otros países sudamericanos invirtieron en fortalecer sus Fuerzas Armadas .
“Brasil no puede quedar relegado”, dijo. “Como una especie de portavoz de la estabilidad y defensor el equilibrio de la región, tiene que tener un poderío militar de acuerdo a su estrategia diplomática”.
FUERZA CRECIENTE
Al tiempo que Brasil creció en los últimos años para transformarse en la sexta economía del mundo, también aumentó su presencia diplomática en el mundo y su poderío militar.
El gigante sudamericano ha procurado desarrollar su industria bélica y su capacidad de disuasión, por ejemplo con la compra de submarinos Scorpene y helicópteros de transporte.
La posible adquisición de 36 aviones caza de última generación, anunciada durante el gobierno de Luiz Inácio “Lula” da Silva, fue dejada en suspenso por la actual presidenta Dilma Rousseff, pero nunca desechada.
Consciente de que todo esto es visto con atención por sus vecinos, Brasil busca evitar que las operaciones Ágata sean percibidas en la región como una política amenazante o arrogante.
El gobierno de Rousseff ha enviado funcionarios a los países vecinos a explicar los objetivos de los despliegues militares fronterizos y solicitar cooperación.
Sin referirse expresamente a las operaciones Ágata, el propio Amorim sugirió esta semana que es necesario mejorar la comunicación entre su ministerio de Defensa y la diplomacia brasileña.
“Podemos avanzar aún más en la creación de canales formales y fluidos de comunicación”, dijo Amorim, quien encabezó la cancillería brasileña durante el gobierno de Lula.
“SON RECORDADOS”
Nelson During, un analista brasileño de asuntos militares y estrategia, dijo a BBC Mundo que aunque sean una política de “buena voluntad”, las operaciones Ágata exhiben la capacidad de control, comunicación e inteligencia de Brasil.
“Sutilmente usted está mostrando eso a los vecinos”, apuntó During, editor portal Defesanet, en diálogo desde Porto Alegre con BBC Mundo.
A su juicio, los movimientos también envían un recado tranquilizador a miles de brasileños que se han mudado a países vecinos como Bolivia o Paraguay, adquiriendo tierras y trabajando en zonas fronterizas.
Fuera de las operaciones Ágata, Brasil envió este año soldados a su frontera con Bolivia después que surgieran reportes de que militares de ese país amenazaron con expulsar a brasileños que viven allí.
A su vez, la colonia de brasileños en Paraguay, denominados “brasiguayos”, cobró notoriedad política en la reciente crisis diplomática bilateral tras la destitución del presidente de ese país, Fernando Lugo.
“(Ágata) es una operación que manda varios recados: al crimen, a otros países y también a los brasileños que están viviendo en esos países de que ellos son recordados”, concluyó During.
ÁGATA EN CIFRAS
Estos son algunos de los resultados de las primeras cuatro, según datos del ministerio de Defensa brasileño.
• 2,3 toneladas de drogas
• 302 embarcaciones ilegales
• 59 armas
• 4 pistas clandestinas destruidas
• 8 explotaciones mineras ilegales
• 5 empresas madereras
• 9.000 consultas médicas
• 21.000 consultas odontológicas