A las empresas de construcción e infraestructuras españolas, ampliamente representadas en toda Latinoamérica, en donde comienzan a extraer buena parte de sus beneficios, facturación y contrataciones, comienza a surgirles un gran competidor: China. El gigante asiático, que hasta ahora centraba sus inversiones en la región en materias primas, tierras y energía, acaba de poner su primera pica en un segmento muy interesante y también muy goloso, ya que la región precisa como mínimo 250.000 millones de dólares anuales en obras públicas en los próximos años para reducir su grave déficit en infraestructuras y muchos Gobiernos han puesto en marcha programas multimillonarios en ese segmento.
De momento, Pekín ha ofrecido 8.000 millones de euros para proyectos conjuntos de infraestructuras en Latinoamérica. Un balón de oxígeno en la búsqueda de financiación de estos países. Y es sólo el comienzo del desembarco oriental.
La iniciativa fue lanzada por el primer ministro chino, Wen Jiabao, al término de la gira que realizó en junio por Latinoamérica (Brasil, Argentina, Uruguay y Chile). China está dispuesta a ofrecer una línea de crédito por 8.000 millones de euros (10.000 millones de dólares) liderada por el Banco de Desarrollo chino para construir infraestructuras en toda el área. La idea ha sido particularmente bien acogida por algunos Gobiernos, como el de Chile, y también por organismos regionales como la Cepal, cuya presidenta, Alicia Bárcena ve especialmente positivo que Pekín diversifique comercio e inversiones y vaya más allá de las materias primas, lo que certificaría que busca una relación estratégica a largo plazo con el área.
Y no sólo por la Cepal. La necesidad de dotación de infraestructura en Latinoamérica es enorme y urgente si la región quiere seguir manteniendo las tasas de crecimiento de los últimos años y consolidar su desarrollo y el ingente capital chino es bienvenido. Además, los gobiernos de la zona tienen su vista puesta en China y en el Pacífico cada vez más y de forma cada más prioritaria, y las infraestructuras no iban a constituir una excepción.
Aunque no se olvida a una Europa en horas bajas, China es ya el principal socio comercial de varios países, entre ellos Chile y Perú, y ministros DE Economía como el colombiano Juan Carlos Echeverry consideran que la región debe volcarse en el muevo motor global. También expertos y sector privado juzgan que para la región es fundamental movilizar toda la inversión china que sea posible en infraestructuras.
Wen aprovechó la ocasión para proponer un tratado de libre comercio entre China y Mercosur, bloque fundamental para la provisión de materias primas que el desarrollo oriental necesita y región en la que China ha invertido grandes sumas en compra de tierras, especialmente en Brasil y Argentina. Y también para anunciar la creación der un fondo de cooperación con Latinoamérica dotado con 4.000 millones de euros para financiar proyectos en varias áreas, como la industria manufacturera y el desarrollo tecnológico, y en el que se prevé que participen empresas regionales. Esta inversión china podría centrarse en los sectores hidroeléctrico, petrolero y, básicamente, en los de movilidad y transporte.
China, que planea duplicar su comercio con Latinoamérica en los próximos cinco años hasta los 400.000 millones de dólares, acaparó ya en 2011 casi el 9% de todas las exportaciones de la región, que adquirió en el gigante asiático el 14% de sus importaciones. Los intercambios entre China y Latinoamérica han crecido un 30% entre 2005 y 2011, según los últimos datos de Cepal.
La región es también un importante destino para la Inversión Extranjera Directa (IED) china. Este país es ya el tercer mayor inversor, aunque de momento su inversión se concentra excesivamente en centros financieros como las islas Vírgenes Británicas o las Islas Caimán. Sin embargo, en 2010 las empresas chinas invirtieron 15.000 millones de dólares en la región, que en un 90% tuvieron como destino la extracción de hidrocarburos y la minería.
Poderío oriental
Para las empresas españolas del sector, la mayor parte de ellas largo tiempo arraigadas en la zona, la competencia china, hoy aún incipiente, puede llegar a ser feroz, especialmente por su facilidad para ofrecer precios muy competitivos en un momento en el que las compañías hispanas tienen problemas de acceso al crédito debido a la situación económica. La inesperada competencia de las compañías chinas, convertidas en los últimos años en grandes a nivel mundial, llega en un momento en el que, estimuladas por la crisis del mercado nacional de construcción y obra pública, las firmas hispanas han emigrado masivamente a Latinoamérica o aumentado de forma significativa su volumen de negocio allí.
Aunque de momento los observadores juzgan que habrá hueco para casi todos, debido a la ingente necesidad de infraestructuras, la fortaleza de las sociedades chinas, amparadas por el potencial del Estado y el tirón de su economía, puede acabar por romper la baraja su favor en unos años. Las grandes corporaciones estatales del gigante asiático se han hecho en menos de una década con los primeros puestos del ranking Top 200 de la construcción que elabora la firma especializada International Construction-ENR y China sitúa ya a cinco compañías de obras públicas entre las diez mayores del mundo por facturación total, una clasificación en la que sólo se mete una española, ACS (22.496 millones de dólares), y en décimo puesto.
China Railway Construction Corporation CRCC (53.990 millones de dólares) y China Railway Group CRG (52.869 millones) ocupan las dos primeras plazas en esta clasificación, por delante de las francesas Vinci (45.247 millones) y Bouygues (34.271 millones). Otras dos firmas chinas, China Com. Construction (33.462 millones) y China State Construction & Engineering (33.196) ocupan el quinto y sexto puesto, mientras que la alemana Hochtief (26.069 millones) se sitúa en séptimo y la oriental China Metallurgical Group (25.532 millones) en octavo. La norteamericana Bechtel (22.637 millones) está en noveno lugar, por delante de Grupo ACS.
En este ránking mundial por facturación total, el resto de compañías españolas, salvo FCC (puesto 13 con 17.713 millones) se sitúan lejos de las posiciones de cabeza. Sacyr Vallehermoso ocupa la posición 35 (6.991 millones); Ferrovial, el 37 (6.305 millones de dólares); Acciona, el 46 (5.177 millones); Grupo Isolux Corsan el 57 (4.249 millones de dólares); Técnicas Reunidas el 61 (3.951 millones); Abengoa el 64 (3.726 millones) y Comsa Emte el 85 (2.975 millones). Iberdrola Ingeniería y Construcción figura en el 112 (2.076 millones), por delante de OHL y Abertis.
Las firmas españolas de construcción e ingeniería, eso sí, ganan en el segmento de concesiones, en el que son líderes mundiales y también campeones en Latinoamérica. En 2011, y según la clasificación anual de la revista especializada Public Works Financing, ACS es líder global por quinto año consecutivo, seguida por Global Vía (empresa de concesiones de FCC y Caja Madrid), Abertis (en la que participa ACS) y Ferrovial. Y otras españolas como OHL (octava), Sacyr (11), Acciona (23), Isolux Corsan (33) e Itinere (39) elevan a nueve las firmas hispanas entre las 40 que integran el ranking y convierten a España en el país con más empresas en el mismo, por delante de Francia (seis grupos), Brasil (4) y China e India (3 cada una).
Cambio significativo
En cualquier caso, el empuje de los grupos de infraestructuras chinos ha pasado de ser una amenaza latente a una realidad. Un crecimiento exponencial que ha provocado un cambio significativo en el mapa empresarial mundial. Y que también podría cambiar el mapa constructor en Latinoamérica en un futuro. Según IC-ENR, el empuje de la armada china tiene sus cimientos en la propia economía del país, que en 2008 lanzó un plan de infraestructuras por 586.000 millones de dólares al que las empresas extranjeras no han tenido apenas acceso.
El músculo financiero y la experiencia adquirida han abierto el radio de acción de estas compañías, que han dado el salto internacional con éxito, principalmente, en Asia y África, gracias a su capacidad para ofrecer precios más competitivos. Y ahora su foco parece desplazarse hacia Latinoamérica. Y es que, desplazada Europa como punto de atracción de las constructoras globales debido a su prolongada crisis, el negocio se sitúa ahora en el Norte de África, Asia y el Nuevo Mundo. Las compañías españolas lo saben bien: dentro del panorama mundial, Latinoamérica se ha convertido en alternativa en tiempos de crisis para las constructoras españolas y no sólo para las seis grandes (ACS, Acciona, FCC, Ferrovial, Sacyr Vallehermoso, OHL), sino también para Grupo San José, Isolux Corsán, Comsa, Abertis, Azvi, Copisa, Lubasa, Sando y otras.
Para IC, con el mercado de la construcción china todavía en auge, “es razonable apostar que los contratistas más grandes de ese país dominarán el Top 200 de 2012. Y queda por ver sin embargo, si los contratistas de otros mercados en expansión, como India (Gammon, CHC) y Brasil puedan posicionarse de la misma manera. Según la publicación, los contratistas franceses, españoles, ingleses, alemanes, holandeses y suecos han visto reducida su participación global no es sólo debido a la potencia de China, sino también de contratistas de otras economías emergentes como India, a la que habrá que tener cada vez más en cuenta en el sector.
En lo que respecta a Latinoamérica, por otro lado, a la creciente importancia de las empresas de infraestructuras chinas, indias, alemanas comienza a sumarse la competencia de las compañías constructoras regionales, que han registrado un ascenso meteórico en los últimos años. Las 50 primeras de Latinoamérica en el sector vieron crecer sus ingresos brutos el 13,4% entre 2009 y 2010, a 57.319 millones de dólares, según International Construction.
Eso sí, las diez primeras totalizan el 57,2% del total de ingresos de las 50, y entre ese top ten siete compañías son brasileñas, espoleadas por la ola de obra pública en ejecución para los eventos deportivos internacionales de 2014 y 2016. México sitúa a ICA (2.767 millones en ingresos y con fuerte presencia en Panamá) y Homex en quinta y octava posición, y Chile a Sigdo Koppers en décima, con ventas por 1.833 millones (y a Salfa en el puesto 13). Colombia y Argentina tienen compañías entre las 20 primeras y Perú, una, Graña y Montero.
La primera constructora regional, la brasileña Odebrecht, ha impulsado ya un potente plan de internacionalización y está presente en obras en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú, Dominicana, y Uruguay. Con ingresos brutos por más de 10.000 millones de dólares (el 30,4% de las top ten) y proyectos en cartera fuera de Brasil por 14.400 millones, la compañía es ya una seria competidora para los grupos españoles, al igual que IyC Andrade Gutierrez (segunda en el ranking, con 3.835 millones y presente en Argentina, Chile, Colombia, México y Perú) y Camargo Correa (tercera, con ingresos por 3.629 millones).
Un gigantesco pastel
De momento, eso sí, el motor de la construcción y de la obra pública, al ralentí en Europa y prácticamente gripado en España, vive un momento de expansión en Latinoamérica, desde una Panamá que construye el nuevo Canal y su metro a una Colombia que ha fijado en el impulso a las infraestructuras el principal eje de su multimillonario plan de desarrollo, pasando los gigantescos proyectos que se acometen Brasil (el más reciente, una inversión de 7.200 millones de dólares en obras urbanas viales y de servicios básicos sanitarios) y al aumento de proyectos y concesiones para mejorar infraestructuras en Perú (que acaba de anunciar la construcción de 22 corredores logísticos), Chile, Ecuador, Argentina, Uruguay, Guatemala y Costa Rica.
El pastel es grande y Brasil constituye en trozo más apetecible en estos momentos. Los expertos señalan que Latinoamérica precisa de 250.000 millones de dólares al año como mínimo para impulsar las infraestructuras y reducir un déficit que amenaza con estrangular su impresionante crecimiento de los últimos ejercicios tanto o más que la crisis internacional.
La región necesita modernizar o crear puertos, aeropuertos, ferrocarriles, redes viales y corredores logísticos, puertos fluviales, tendidos eléctricos e infraestructura sanitaria, penitenciaria y residencial. La mayoría de los proyectos y concesiones que proponen los Gobiernos de la región se plasman ya en la fórmula de Participación Público-Privada, recogida en cada vez más número de legislaciones de la región, junto a una mejora de las garantías y de la seguridad jurídica para las inversiones y un entorno político estable que facilita la inversión en la mayoría de los países.
En este sentido, y según el estudio de The Economist Intelligence Unit Evaluating the environement for public-private partnerships in Latin America and the Caribbean, Chile (79,3 puntos sobre 100), es el país más adecuado para realizar proyectos de infraestructura mediante asociaciones público-privadas (PPP), seguido de Brasil (73,2), Perú (67,2), México (58,1) y Colombia (53,7); Guatemala (42,4); Panamá (34,6), Costa Rica (32,3) y Uruguay (31,8). En el otro extremo, y sin sorpresas, Venezuela, Nicaragua y Ecuador ocupan los últimos lugares, con puntuaciones inferiores a 20 sobre 100 posibles. Paraguay y Dominicana se sitúan, asimismo, en el furgón de cola (entre 25 y 23 puntos). El estudio, que no incluye a Bolivia, ubica a Argentina en el puesto 12 entre 19 países (27,5 puntos).
Brasil, el mercado más atractivo
De momento, la inversión prevista en infraestructura en Latinoamérica para el período 2011-2015 se eleva a 450.000 millones de dólares (el 2% del PIB regional), y aún en el caso de que la cantidad se viese ejecutada en un porcentaje de inversión privada similar a la de 1996-2001 (el 1,4%), la inversión total estaría por debajo del 4% que es según los expertos la cantidad requerida. Las inversiones en infraestructura se vislumbran así manifiestamente insuficientes, siendo Brasil un buen ejemplo ello: mientras su volumen de movilización aérea ha venido creciendo en 10% al año, sus aeropuertos no han recibido el reacondicionamiento necesario desde hace largo tiempo. De la misma manera el grueso de sus autopistas, carreteras, puertos y red de telecos, construidos en los sesenta y setenta, evidencian importantes niveles de obsolescencia. Las carreteras pavimentadas dan muestra de las limitaciones existentes.
Para la Cepal, que ha instado a la región a invertir todo lo posible en infraestructuras, el sistema viario, la industria marítima, los puertos y los servicios logísticos juegan un rol cada vez más crítico como facilitadores del desarrollo e inserción internacional de Latinoamérica y para aumentar su competitividad internacional.
Sin perjuicio de los enormes esfuerzos que países como Panamá, Chile, Uruguay o Ecuador llevan a cabo para adecuar y mejorar una red de infraestructuras en la que la casi totalidad de los países latinoamericanos acusan un fuerte déficit, el segmento de las obras públicas y las grandes obras de construcción e ingeniería tiene como líderes regionales a Brasil, México, Perú y Colombia. Se trata de los países que no sólo están llevando a cabo un mayor esfuerzo inversor en mejora de infraestructuras, sino también de los que más proyectos estratégicos en ese sector han situado en el último ranking de la firma consultora CG/LA Infrastructure, en el que, sorprendentemente, los planes peruanos se llevan la palma en 2012.
Brasil encabeza el grupo de naciones con mayor inversión en infraestructura, con más de 60.000 millones de dólares en proyectos, y constituye el destino más atractivo para los empresarios en la zona y el cuarto del mundo, tras China, EEUU e India. La potencia emergente, que ha crecido a un ritmo anual superior al 4% en la última década, lanzó en 2011 un plan de inversiones para impulsar el crecimiento de 477.000 millones de dólares hasta 2014. Este programa incluye proyectos para carreteras (25.000 millones de dólares), ferrocarriles (23.000 millones, sobre todo para líneas de alta velocidad cuya concesión se abrirá en el segundo semestre de 2012) y aeropuertos (11.000 millones).
Tampoco Chile se queda atrás. En el país, la construcción está creciendo a un ritmo del 9% y la inversión en infraestructuras equivale ya al 3% del PIB, aunque los expertos indican que se necesita un 5%-6%. Si, como prevé, el país invierte lo necesario, la cantidad acumulada alcanzará los 100.000 millones de dólares en 2018.