Barack Obama ganó por puntos el segundo debate con su contrincante Mitt Romney y se colocó nuevamente en camino hacia el decisivo primer martes de noviembre. Pero el principal obstáculo que enfrenta Obama no es Romney, sino los datos socioeconómicos norteamericanos , sumados a la percepción de la opinión pública sobre el rumbo del país.
La economía estadounidense se expandió 1,5% en el segundo trimestre, lo que implica que ha crecido 1,2% anual en la fase de recuperación de los últimos 3 años.
La desocupación descendió a 7,8% (-0,2%) tras 43 meses de permanecer en un nivel de 8% o más. La fuerza de trabajo se ha reducido en 6 millones en relación a 2007. Así, la tasa real de desempleo sería hoy 10,7%.
El resultado es que 62% de los estadounidenses piensa que el país se encuentra en un camino errado .
Al mismo tiempo, la construcción de nuevas viviendas alcanzó en septiembre el mayor nivel en 4 años (872.000 unidades / + 15% anual). Este ritmo implica que el mercado de la construcción y el negocio inmobiliario vuelven en 2014, o antes, al nivel de 2007.
La construcción es un indicador esencial, no sólo en lo económico, sino también en lo social y en lo político. La mitad de los 8 millones de desocupados posteriores a 2008 pertenecen a la industria de la construcción. Son los que tienen menor nivel de calificación e integran la franja “desocupados estructurales” (más de 1 año fuera del mercado de trabajo).
La tasa de ahorro individual en EE.UU. asciende hoy a 7% del PBI (era cero o negativa en 2007); probablemente vinculadas a ella, las expectativas de los consumidores alcanzaron en septiembre el mayor nivel desde 2008 (83,1).
Cada vez más, el problema de EE.UU. no es la débil expansión de su economía, sino la profunda fractura social, económica, tecnológica y cultural que experimenta su sociedad, y que se ha convertido en el principal freno de su expansión en el largo plazo.
Esta quiebra social es el obstáculo estructural que impide o posterga el aprovechamiento del extraordinario salto de productividad que ya hace posible la nueva revolución tecnológica centrada en la “nube” o “cloud computing”.
Entre 1979 y 2007, el 1% de arriba de la sociedad norteamericana cuadruplicó sus ingresos (+ 300%); en tanto el 25% de abajo los elevó 40%. Luego, en los últimos 4 años, ese proceso se aceleró y la disparidad alcanzó una proporción de 9 a 1.
La consecuencia es que en el momento en que el “capital humano” se ha transformado en el componente central de la tasa de inversión en el capitalismo avanzado, hasta tornar irrelevante el “capital fijo” o hundido, éste se debilita y se fractura, generando dos sociedades y dos culturas, crecientemente antagónicas.
Es la primera vez que esto ocurre en la historia de EE.UU.
Cada ciclo largo del capitalismo está impulsado por una revolución tecnológica distinta. Por eso, cada uno de ellos establece un vínculo estructural diferente en el eje del proceso de acumulación, que es la relación capital / fuerza de trabajo.
En la “nube” o “cloud computing”, la unidad laboral básica está constituida por creadores de nichos de producción y servicios de alcance global, que no se ven afectados por la exigencia de disponer de grandes capitales. Lo previsible es que proliferen personajes como Bill Gates y Steve Jobs en su fase juvenil. La necesidad interna del nuevo vínculo capital-trabajo lleva a que el genio se transforme en estándar.
Si la “nube” desata un nuevo boom económico e industrial, como es probable, éste sería el primero inmediatamente global en la historia del capitalismo. La razón es que el sistema se ha integrado plenamente debido a la convergencia de la cabeza del mundo emergente (China) con la vanguardia del avanzado (EE.UU.).
El proceso electoral norteamericano revela una situación en la que EE.UU., una vez más, adelanta el futuro.
