Guardando energías (la experiencia chilena en eficiencia energética)

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Un artículo de América Economía que refleja que la eficiencia energética es un concepto ya instalado en Chile, con importantes avances que lo colocan a la vanguardia en la región. La escasez de electricidad y los altos precios explican esta tendencia.

América Economía

Jorge English G. – Monarch es una marca muy conocida en Chile. Probablemente todos en el país han vestido algunos de sus calcetines o pantys. Como toda compañía del rubro textil, sus máquinas, repartidas entre cuatro plantas, gastan mucha electricidad. Y como en Chile la energía es cara, la cuenta mensual que paga la empresa es muy alta. Esto impulsó a la familia Magnasco –propietaria de la firma– a invertir 1,5 millón de euros en infraestructura italiana de última generación, mucho más económica a la hora de consumir energía eléctrica. No fue una decisión fácil. “En las empresas chilenas existe conciencia de la necesidad de usar la energía de una manera eficiente, pero son inversiones altas, difíciles de implementar, y en compañías como la nuestra, que enfrenta mucha competencia china, es complicado llegar a la convicción de que hay que hacerlo”, reconoce Aldo Magnasco, socio y director comercial del Grupo Empresas Monarch.

Sin embargo, se convencieron y ahora esperan recuperar la inversión en unos tres años, generando ahorros anuales del orden de los US$ 250.000. “La energía cada vez va a ser más escasa y cara y había que tomar la decisión en el momento oportuno”, dice Magnasco.
Éste es un ejemplo de los esfuerzos que se están haciendo a nivel empresarial en orden a utilizar la energía de una manera más eficiente y sustentable. No queda otra: el costo está obligando a ello. De hecho, el informe que en noviembre del año pasado emanó de la Comisión Asesora de Desarrollo Eléctrico (Cade), una instancia técnica dedicada a analizar y entregar recomendaciones en torno a la materia, dice que “los precios de la electricidad le restan competitividad a la economía”. El asunto puede tornarse aun más oscuro en ausencia de proyectos de generación que surtan al país de energía a precios competitivos, y que el sistema se vea obligado a usar alternativas caras y contaminantes, pero sencillas de instalar, como las centrales que funcionan en base a diésel.

Con este panorama, no es extraño que en Chile el concepto de eficiencia energética se haya instalado con relativa rapidez. Es más, Francisco Aguirre, director ejecutivo de Electroconsultores, dice que en los domicilios y en el comercio, pero particularmente en el sector minero –donde más se demanda electricidad–, el consumo energético ya es bastante eficiente.
“Hace más de diez años que la gran minería tiene programas de eficiencia en toda la cadena de uso de la energía; existe una gran cantidad de entidades que hacen auditorías y programas técnicos, se realizan cursos y las mineras tienen gerencias asociadas al tema”, dice.

METAS Y ESCOLLOS

No obstante, llegar a afirmar sin ninguna duda que en Chile se usa la energía de manera eficiente implica un desafío que va desde las familias hasta las empresas. También a nivel del Estado, que incluyó en la Estrategia Nacional de Energía (ENE), enunciada recientemente por el gobierno, un Plan de Acción de Eficiencia Energética para 2012-2020, con la meta de alcanzar un 12% de reducción de la demanda energética proyectada hacia el final del período.

Desde la autoridad dicen que son muchas las medidas que pueden adoptarse para avanzar en dicha dirección. Por ejemplo, en el área de la construcción –incluyendo a la vivienda social– se pretende intervenir en edificaciones levantadas sin usar criterios de eficiencia energética para mejorar la calidad de la misma; y en el caso de la industria y minería, se fomentará la implementación de sistemas de gestión de energía, la incorporación de tecnologías eficientes y se promoverá la cogeneración.

Entre los retailers el tema se ha instalado fuerte. Sodimac comenzó a medir su huella de carbono y entre las principales decisiones que adoptó para mitigarla resalta el que todas sus nuevas tiendas serán diseñadas con tecnologías que reducen el consumo (un homecenter gasta lo mismo que 3.000 casas). Los mall, por su lado, han buscado soluciones en el uso de la iluminación natural.
Sin embargo, Roberto Román, profesor del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, dice que los rascacielos que se han construido o están construyendo en Santiago, particularmente las torres Titanium y Costanera, pese a sus certificaciones LEED, son ineficientes.

“A ellas entra gran cantidad de radiación solar y guardan el calor, lo que obliga a que los equipos de frío entren a operar”, dice el también director de la International Solar Energy Society. “Demandan mucho aire acondicionado. Las superficies acristaladas son ineficientes”.

Si bien en Chile se ha producido un progreso, los expertos consideran que todavía queda un espacio para hacer más eficiente el consumo. El director ejecutivo de Empresas Eléctricas A.G., Rodrigo Castillo, dice que en las industrias el tema pasa por traer las tecnologías que ya están disponibles en el mundo. “Hay desarrollos que permiten mayores avances, sistemas eficientes de gestión energética, monitoreos, cosas que no se han implementado todavía”. Agrega que en el plano residencial la situación dista de ser buena. “Es cierto que por los precios de la electricidad y las campañas de ahorro energético hubo una disminución de la demanda, pero ese efecto se ha ido agotando”, dice.

Está claro que debe contarse con la infraestructura adecuada. Como sea, en el mundo el foco de preocupación está en el estudio de los perfiles de consumo y en los peaks de demanda, responsables de enormes inversiones destinadas a amortiguar sus consecuencias.

Idear este tipo de Idear este tipo de soluciones en un ambiente de estrechez es especialmente importante considerando que Chile es un país con una gran dependencia del exterior. La mala experiencia con el gas natural argentino puso de relieve esta problemática y de ahí en más el tópico de la eficiencia se instaló en la conciencia de los consumidores.

Desde esa época se ha intentado diversificar la matriz para paliar esa dependencia incentivando, entre otras cosas, proyectos de energías renovables no convencionales (ERNC). “Siempre insistimos en que, gracias a las privilegiadas condiciones de recursos naturales que hay en Chile, las ERNC son y deben ser una fuente integrada de forma masiva lo más pronto posible. Esto nos permitirá tener un suministro eléctrico limpio, competitivo y confiable en el corto plazo”, dice Carolina Galleguillos, gerenta general de la Asociación Chilena de Energías Renovables (Acera).

Según la entidad, las ERNC no son más caras que otras tecnologías. Galleguillos menciona un estudio de Acera difundido en 2011 que analizó la inyección de electricidad proveniente de fuentes no convencionales en el Sistema Interconectado Central (SIC) en 2010, concluyendo que con apenas un 3,1% de aporte se generaron ahorros de US$ 129 millones en el costo operacional y de 5 US$/MWh en promedio en el principal sistema eléctrico del país. En todo caso, para Germán Guerrero, socio de la consultora Electronet, las redes inteligentes y la aplicación de energías renovables causarán un efecto en un plazo relativamente largo. “Hay que avanzar en hacer más limpia la matriz, pero eso no significa que se deban frenar los proyectos que Chile necesita”. Carlos Echavarría, especialista regional sénior de energía del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), comenta el hecho de que la ciudadanía suele apoyar estas energías y al mismo tiempo se pronuncia en contra de proyectos como HidroAysén o Central Castilla. Pese a ello, se muestra renuente a renunciar a un estilo de vida que ha llevado a tasas de crecimiento anual del consumo de hasta el 7% en los últimos años. “Es un reto en Chile y en muchos países de Latinoamérica equilibrar ambas fuerzas”, dice el consultor del BID. De todos modos considera que en Chile “se ha hecho mucho en poco tiempo” en cuestiones de ahorro. Destaca la creación en 2010 de la Agencia Chilena de Eficiencia Energética (Achee), un organismo público privado cuya existencia constituye una rareza en América Latina. “Gran parte de los avances se han logrado gracias a profesionales muy proactivos y se percibe un liderazgo que en otros países no es tan abundante”, agrega.

Así y todo todavía se observan pocos avances en cuanto a elevar los incentivos a distintos mecanismos que incrementen la eficiencia. “Hay que hablar de gestión de demanda”, dice Jacques Clerc, investigador del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile. Además, debe lograrse que los consumidores respondan a señales de precios racionalizando el uso de la energía. “La introducción de la figura del comercializador energético podría contribuir en esta dirección”, dice. Lo cierto es que existen muchos estudios que han detectado un alto potencial de eficiencia y numerosos proyectos al respecto que presentan rentabilidades altas. Hoy hay instrumentos de información, de estudios, subsidios, entre otros, que buscan viabilizar estos proyectos. “El Estado debe profundizar, mejorar los instrumentos existentes y crear otros para permitir que una proporción alta de estos proyectos se realice”, dice Clerc.

Aunque no debería hablarse de crisis energética, Chile sí está en situación de riesgo. La demanda es creciente y no son muchos los proyectos que se construyen para satisfacerla.

MUCHA DEMANDA, DEMASIADA INCERTIDUMBRE

Actualmente los precios de la electricidad en el SIC están altos por la sequía que afecta a la zona central, y por falta de nuevas centrales que se integren al sistema. Jacques Clerc dice que si la demanda crece a tasas de 6% a 7%, deberían invertirse en generación unos 8.000 MW hasta 2020. “Una condición necesaria es que se reduzcan las altas incertidumbres asociadas a trámites ambientales y mejorar los procesos de licitación de distribuidoras”, opina.

Este panorama es un incentivo para invertir en mayores eficiencias. Francisco Aguirre señala que hacerlo es rentable por el alto costo de la energía. Con todo, puntualiza que empresas y personas pueden ser más eficientes, pero no al punto de reducir la tasa de crecimiento de consumo energético en el nivel que permitiría evitar problemas: 3 o 4 puntos porcentuales.
Se habla mucho sobre la sequía, presiones de ambientalistas en contra de centrales, y de ahorrar energía. Pero donde hay una verdadera espada de Damocles es en los sistemas de transmisión. Simplemente, falta infraestructura que garantice la conectividad de la oferta y la demanda (viabilizando inversiones en generación). “Faltan nuevas líneas o que se amplíen las existentes; sin eso se hace un uso extremadamente ineficiente de nuestra energía”, dice Castillo. Destaca que se trata de un problema estructural, que se ilustra en el diseño de líneas que usaron modelos económicos que privilegiaron un menor costo en contraposición a seguridad, lo que se ha traducido en fallas en los sistemas de transmisión.

Roberto Román añade que la situación es tan delicada, que con dos o tres proyectos de generación que se sumen al sistema las líneas van a quedar saturadas. “Éste es un gran escollo”, sentencia el académico.

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