Pau Sisternas
Uno de los argumentos más esgrimidos por los detractores del fracking, esa novedosa técnica de extracción de hidrocarburos por fracturación hidráulica, es que aumentaba el riesgo de que se produjeran terremotos en las zonas con yacimientos donde se utilizaba la técnica. Pues bien, un estudio que aparece en la prestigiosa revista ‘Science’ confirma sus sospechas demostrando la relación entre grandes terremotos ocurridos en lugares tan distantes del planeta como Chile, Indonesia o Japón y sus réplicas en el medio oeste de los Estados Unidos.
Los autores del estudio se fijaron en los terremotos de Maule en Chile el año 2010 (con una intensidad de 8’8 grados en la escala de Richter), Tohuku-oki, Japón, en 2011 (una magnitud de 9 grados) y el de la isla indonesia de Sumatra en 2012 (magnitud 8’6). Unos 20 meses después de cada terremoto, en las zonas del medio oeste estadounidense donde el fracking se utiliza desde hace años todavía se notaban réplicas, pese a esta situadas a miles de kilómetros.
Pese a la importancia del hallazgo, no ha sorprendido a los científicos. Por una parte, otros estudios habían demostrado que la inyección de líquido en el subsuelo para la fracturación hidráulica puede aumentar la actividad sísmica de la región; y por la otra también es de sobras conocido que en las regiones con líquidos abundantes en el interior de la tierra puede registrarse un incremento de la actividad sísmica después de un gran terremoto, por muy lejos que este se produzca. Es el caso, por ejemplo, del Parque de Yellowstone.
Ahora, la relación entre el fracking y los grandes terremotos se ha podido documentar por primera vez. El estudio se centró en Praga, en el estado de Oklahoma, con distintos pozos de fracking y donde los temblores aumentaron tras el terremoto de Chile en febrero de 2010. La misma situación se repitió en el sur de Colorado y el oeste de Texas, zonas con una gran cantidad de explotaciones donde se extra mediante esta técnica, tras los terremotos de Sumatra y Japón.
Esta no es la única voz de alarma que aparece sobre el fracking en los últimos tiempos. A finales de junio, otro estudio demostraba la contaminación del agua cerca de yacimientos de fracking, que contaba con unos niveles de etano, metano y propano muy por encima de los habituales. También en los últimos días se ha conocido que los trabajadores de un yacimiento en Colorado se han intoxicado con benceno, una sustancia cancerígena, después de que se virtieran accidentalmente 241 barriles de líquidos usados para extraer gas.