A propósito del “Día de la Dignidad Nacional”: La nacionalización en Bolivia: 1937-1969

Facebook
WhatsApp
Telegram
La nacionalización de la Gulf el 17 de octubre de 1969, “Día de la Dignidad Nacional”, fue parte de un proyecto político más amplio que apuntaba a una transformación total del Estado desde un proyecto socialista, truncado por el golpe de estado banzerista con apoyo norteamericano y brasileño.

Mirko Orgáz García

Desde principios del siglo XX se concibió que el desarrollo y la viabilidad de Bolivia tendrían como condición la nacionalización de los recursos naturales y la nacionalización del Estado Oligárquico. Esto se expresó en la tesis de que sin soberanía nacional y popular sobre los recursos naturales y la producción no hay ninguna perspectiva de desarrollar las condiciones para la justicia, desarrollo e igualdad social en Bolivia.

En ese marco, a lo largo del siglo XX, los hidrocarburos expresaron lo esencial de la lucha entre la nación boliviana y el imperialismo. Como dice Pablo Ramos, la cuestión de los hidrocarburos estuvo vinculada a los grandes acontecimientos de nuestra historia. Basta recordar que fue la causa central de la Guerra del Chaco y el punto de partida del desarrollo de la conciencia nacional que provocó importantes transformaciones políticas en 1952.

Las defraudaciones de la Standard fueron la base de la primera nacionalización del petróleo cuya consecuencia inmediata fue la creación de YPFB, el primer acto de un auténtico proyecto nacional.
Vista a la distancia, la nacionalización de la Standard fue la primera nacionalización del petróleo en la historia del mundo colonizado y dependiente y fue un acontecimiento mundial que se anticipó a la gran expropiación mexicana de 1938. Para defender sus intereses, la Standard no sólo compró conciencias y medios de comunicación sino gestionó el bloqueo financiero internacional y trató de propiciar fracturas políticas irreparables al país.

La disputa contra el Standard contó con hombres decididos a luchar contra su poder. Abel Iturralde, Pompilio Guerrero, Enrique Finot, David Toro y Germán Busch, fueron determinantes para llevar adelante su nacionalización.
Vale la pena enfatizar la contribución de Busch a la nacionalización de la Standard: “El Teniente Coronel Busch, la impresionante figura militar perfilada en el yunque atroz del Chaco, aseguró la ejecución de la gran medida. Asumió Busch en efecto, la enorme responsabilidad de mantener el orden público frente a los irresistibles recursos que para subvertirlos emplearía la Standard Oil con objeto de anular mediante la violencia los efectos de la caducidad”. Agrega Montenegro que todo riesgo de conmoción interna fomentada por la empresa, fue así cubierto por la entereza del joven heroico guerrero del Chaco. La posibilidad de salvación del país, resultó así fijado por un solo hombre, en sólo un instante”.

Carlos Montenegro sostiene que la nacionalización de la Standard Oil, la primera empresa de petróleos del mundo, fue un acontecimiento mundial. “La caducidad mediante la cual por primera vez en la historia del mundo, la más poderosa empresa económica del planeta ha sido moralmente castigada por un Estado, rompiéndose así la tradición de omnipotencia en que descansaba el poder mundial de la firma Rockefeller. Puede estar seguro el pueblo de Bolivia, —por mucho que los intereses económicos internacionales hayan ahogado la resonancia de esa gran actitud nacional contraria a los abusos de la Standard—, puede estar seguro, de haber efectuado el acto más importante en la historia americana de todos los tiempos, salvando el suceso de la emancipación republicana del Nuevo Mundo”.

Este proyecto de defensa nacional, como dice Sergio Almaraz, plasmó su continuidad histórica en los gobiernos de David Toro, Busch y Villaroel, continuidad que se interrumpió en 1952 y se rompió definitivamente en 1955 durante el gobierno del MNR con la aplicación del Código Davenport –elaborado a la medida de las empresas norteamericanas– que va a generar una nueva alineación de fuerzas sociales y políticas alrededor de los hidrocarburos para propiciar la segunda nacionalización del petróleo en Bolivia, el año 1969.

Sergio Almaraz y Marcelo Quiroga, principales ideólogos de la nacionalización

El proceso de desnacionalización política y económica que se inició en 1952 y que adoptó forma autoritaria con Barrientos, actualizó el problema nacional, es decir, la conciencia de que Bolivia es un cuerpo histórico interrumpido, invadido y saqueado.

Luis Tapia señala que Marcelo Quiroga fue uno de los que más contribuyó desde la década del 60 a mantener y desarrollar en la conciencia y mentalidad política popular la idea de que sin soberanía nacional y popular sobre los recursos naturales y la producción no hay ninguna perspectiva de desarrollar las condiciones para la vida social y mucho menos las condiciones para la justicia e igualdad social y la libertad política de los bolivianos.

La contribución de Almaraz para la nacionalización de la Gulf el año 1969 también fue determinante. René Zavaleta afirma que la destrucción del proyecto de Barrientos empezó, con la discusión acerca de las materias primas, en una táctica que fue propuesta a la izquierda por Sergio Almaraz. “El debate se localizó en torno a la cuestión del gas. A partir del gas, empero, se controvirtió todo aquello que Almaraz llamó el ‘Sistema de Mayo’ o sea, el conjunto de entregas de los recursos naturales del país y escribió su magnífico libro, sólo impreso después de su muerte, Requiem para una república. Esto penetró profundamente en el ejército, que había quedado desconcertado con su propio triunfo sobre las guerrillas y que no podía sino vivir con sufrimiento la hostilidad colectiva consiguiente a las matanzas de mineros y guerrilleros. La figura central de esta recomposición de fuerzas fue el general Alfredo Ovando” (Zavaleta).

El 17 de octubre de 1969 se decidió la nacionalización de la Gulf, la segunda medida más antiimperialista de nuestra historia.

El “Día de la Dignidad Nacional”

La nacionalización de la Gulf, determinó que el 17 de octubre sea nombrado el “Día de la Dignidad Nacional”.
Ante miles de personas congregadas en la Plaza Murillo para dar su apoyo a la medida, Marcelo Quiroga Santa Cruz pronunció esta arenga:

“Bolivianos: por segunda vez en cuatro días han acudido ustedes voluntariamente a esta pequeña plaza, del país más olvidado y dependiente de Latinoamérica, para expresar un apoyo decidido. Lo digo también por segunda vez, no a una persona ni a muchas, ni siquiera a un gobierno, sino a la decisión que en nombre del pueblo de Bolivia, hemos tomado nosotros, culminando una lucha casi interminable donde muchos han caído y donde muchos hombres deberían estar hoy día en el bronce, ya han sido olvidados por nosotros mismos.

El día 26 de septiembre, nos llegó a través de una agencia noticiosa la opinión del Departamento de Estado de los Estados Unidos sobre lo ocurrido aquella madrugada. Decía que la democracia ha sufrido un retroceso. ¿Qué democracia? Esa que se nutre de los dividendos y de las coimas de las empresas explotadoras de nuestras riquezas, riquezas naturales.
Esa democracia que alimenta a quienes escriben editoriales al servicio del imperialismo. Esa democracia que distribuye dinero para corromper al dirigente sindical, para comprar la conciencia del parlamento en la sanción de una ley, como la Ley del Petróleo. ¿De qué democracia nos hablan? Nosotros tenemos un concepto de democracia que no está en los libros, porque ha sido escrita con sangre en las calles de nuestra tierra. Ustedes son la democracia.

Ustedes y nosotros somos los protagonistas de un proceso revolucionario que no ha hecho sino comenzar y que no se detendrá. Nos amenazan con la Enmienda Hickenlooper. Nos acaban de decir también que ha empezado a correr el plazo para la Enmienda Hickenlooper. También nuestro pueblo en este instante ha decidido que comience a correr el plazo de nuestra paciencia. No retrocederemos.

Debo alentar al pueblo sobre una campaña de intimidación sutilmente lanzada a través del rumor, por la que se quiere intimidar a la opinión pública con la idea de que si el petróleo que hoy día es nuestro no encuentra comercialización vendría una situación de miseria para el pueblo de Bolivia. Eso no es verdad, solamente seis millones de dólares se quedaban en Bolivia de la explotación de nuestras riquezas naturales y de estos seis millones pasarán tres a formar parte del presupuesto nacional, de modo que aunque no saliera un litro más de petróleo de Bolivia, no dejaríamos de recibir como parte del presupuesto nacional, más de tres millones de dólares.

Bolivianos: un orden social que no es revolucionario, una revolución que no es moral, no es revolución.
Quienes estamos comprometido con ustedes a no cejar en el empeño de hacer una revolución profundamente honesta e intransigente, tampoco permitiremos que el efecto intimidatorio de esa campaña psicológica provoque nuevamente colas y distribución de cupos y especulaciones de comerciantes. A esa campaña de intimidación, el gobierno responderá con energía y el que trafique con el hambre del pueblo, tendrá que ir a la cárcel.

He oído decir esta tarde, “el pueblo al poder”. Si, los trabajadores, los hombres de la clase media, los universitarios, los oficiales revolucionarios de ese ejército nacional también pero con dirigentes que no se han manchado las manos recogiendo dinero de todos los gobiernos. Con dirigentes que no han ensuciado sus manos firmando el decreto que desnacionalizó el petróleo. El pueblo al poder con sus FF.AA., pero con hombres de manos y mentes limpias.

Es verdad que hasta este momento la revolución es vertical y que no puede seguir siéndolo indefinidamente a menos de que se resignen a entregarse inermes al imperialismo y a la oligarquía nativa.

Debemos consolidar una amplia base popular, un nuevo instrumento político que lleve un nuevo proceso revolucionario y ustedes, los que han venido esta tarde a esta plaza, no en busca de trabajo en la administración pública, ni del reparto de dinero, son ya los militantes de este partido del presente y el futuro”.

Está claro que la nacionalización de la Gulf, propugnada por Almaraz y Quiroga, fue parte de un proyecto político más amplio que apuntaba a una transformación total del Estado desde un proyecto socialista, proyecto truncado por el golpe de estado banzerista con apoyo norteamericano y brasileño.

Facebook
WhatsApp
Telegram

Te puede interesar