Gustavo Ioschpe
Capítulo 1
Los alumnos y su país
Xangai, provincia China, tiene el primer lugar en todas las áreas referidas a las matemáticas, ciencias y lectura, en el más importante y respetado test internacional de calidad educacional llamado PISA. Este test realizado cada tres años por la OCDE (el Club de los países desarrollados) mide el conocimiento de los jóvenes de 15 años de edad. Comenzó a ser realizado en el año 2000 en 32 países (entre ellos Brasil que ocupó el último lugar) y, en la edición de 2009 contó con 65 participantes (Brasil ocupó la 57 posición). En las ediciones anteriores, el tope del ranking era ocupado por los de siempre: Finlandia, Corea del Sur, Japón, Canadá. Este test confirmaba la creencia de que renta y calidad en la educación están íntimamente asociados: sólo los países más ricos del mundo lograban producir sistemas tops de educación. Sin embargo, en el test de 2009, países de nivel de desarrollo semejante al chino quedaron mucho más atrás de los países ricos: en el área de lectura Turquía quedó en 41 y el Brasil en 53. Xangai quedó en primer lugar, a una distancia considerable, a una distancia considerable sobre todos los países desarrollados, en todas las áreas certificadas.
El Centro del mundo
El Vicepresidente de la Universidad de Xangai Jiao Tong, el profesor Fei Xu tiene pocas dudas sobre las potencialidades de China: “el centro científico del mundo fue Inglaterra, después Alemania, hoy son los Estados Unidos. Cuando la China se convierta en la primera economía del mundo, en diez años, las universidades y el mundo científico de la China también deberán conquistar esa posición de lierazgo. No tenemos el Nóbel dado a un investigador chino, más cuando tengamos uno, será el primero de muchos”. El estado mientras espero eso, está agresivamente repatriando científi cos chinos que hoy trabajan en el exterior.
Los inventores de la meritocracia
En la China imperial los cargos en la burocracia ya eran otorgados de acuerdo con los resultados de exámenes académicos. Aquellos que obtenían las mayores puntuaciones eran asignados a las carreras y puestos más prestigiosos.
Hasta hoy es así: un examen determina la escuela que el alumno cursará. Al final de la escuela, otro examen, el Gao Kao, determina la Universidad a la cual tendrá acceso. La meritocracia es un concepto arraigado. Ella es el camino de los más humildes para el ascenso social. Es así desde los tiempos de los Mandarines, a partir del año 605.
Capítulo 2
La escuela tiene que ser limpia, silenciosa, simple y eficiente
Tres grandes diferencias saltan a los ojos en relación a las aulas del Brasil. La primera es que, tanto en Xangai cuanto en Pekín, hay una bandera nacional sobre cada pizarra. La segunda es el uso constante del software de presentación (PowerPoint). La tercera es la basura en el fondo de todas las aulas. Antes de irse para casa, los alumnos tienen que dejar el aula limpia. Los equipos de limpieza son para áreas comunes.
Capítulo 3
Todos los profesores son adeptos del genio de Albert Einstein: el éxito es 1% de inspiración y 99% de transpiración
Si raramente un alumno falta, un profesor, nunca. Cui Minghua, 55 años, directora de la escuela de Pekin, cuenta que está en la carrera hace 32 años, de los cuales más de veinte como profesora. En todo ese tiempo, pidió una sola licencia médica para ser operada. Fuera de eso jamás dejó de cumplir su deber diario de educar.
El salario de los profesores no es exactamente atrayente. En los tres primeros años es entre 30.000 y 40.000 yuanes por año, algo así entre 400 y 500 dólares por mes, que es la mitad de la renta media salarial de la región. En esa fase muchos profesores, recurren a otros trabajos para aumentar su renta. Los mejores pueden hasta doblarlo dando clases particulares o en escuelas de reforzamiento. Los profesores de nivel medio reciben 72.000 yuanes por año. Los mejores entre ellos, ganan 90.000. Los bonos por desempeño pueden llegar al 40% del valor del salario. Sin embargo, ninguno se hace profesor por el salario.
Formación profesional
Las diferencias con el Brasil comienzan con la formación del profesor. Son tres grandes diferencias. La primera es que, en la China, las prácticas en aula son mucho más frecuentes que en el Brasil. Comienza en el segundo año, cuando el futuro profesor está en aulas de las escuelas regulares dos veces por semana durante ocho semanas y después hace la pasantía de medio año en el penúltimo semestre del curso. La segunda es que las escuelas chinas son más pragmáticas y diversificadas en la selección de sus pensadores pedagógicos. Hay un esfuerzo constante de abrirse al mundo y ver cómo funciona, y extraer de cada lugar sus mejores ideas. El Brasil es dominado casi íntegramente por el constructivismo. La tercera, y la más decisiva, es la ideología. En las escuelas de la China los estudiantes tienen su momento diario de patriotismo dirigido por el Partido Comunista, más, finalizado ese ritual, la ideología sale de escena. En el Brasil, los profesores son formados en universidades influidas por ideologías de izquierda e instados a nunca ser “neutros”, ni en las aulas de matemática o de física. Ellos creen eso.
Las universidades chinas entregan profesores competentes al mercado, más lo que los torna competitivos es el ritmo intenso y colaborativo de trabajo al cual se someten cuando llegan a las escuelas. Ahí ellos pasan a integrar un “grupo de estudios de profesores”, que es sin duda la innovación más importante de la educación china. Cada profesor forma parte de tres grupos de estudio. Uno con sus colegas que enseñan la misma materia que se encuentran una vez a la semana para preparar las clases. El segundo grupo es formado por los colegas de disciplina de todas las áreas de la misma escuela. Ellos se encuentran dos veces al mes. El tercero es formado por los profesores de la misma disciplina del barrio que también se encuentran dos veces por mes. En esos dos últimos grupos, el objetivo es compartir prácticas de la enseñanza exitosa. Sumando los tres grupos, es un régimen exigente: son dos reuniones por semana, todas las semanas. La mayoría de esos encuentros lleva entre dos y tres horas.
El papel de esos grupos es fundamental. Provoca que las mejores técnicas sean rápidamente compartidas en toda la red, crea una saludable competencia entre los profesores (los portadores de las mejores prácticas educativas reciben bonos) y al mismo tiempo provee una red de apoyo compartida por todos los profesores, al contrario del aislamiento y desamparo que viven sus colegas brasileños.
Capítulo 4
El empuje histórico y cultural
Los chinos sienten que tienen cuentas que saldar con su pasado, y eso torna su ascenso más obstinado, su tolerancia por sacrificios mayor y una determinación por volver a rivalizar con las potencias coloniales que humillaron a China.
Es un país completamente embebido de su larguísima historia. China ya era una potencia unificada hacia el 1500, y ya había pasado por dos períodos de apogeo –las dinastías Han (206 A.C. a 220) y Tang (618-907)- e inventado la pólvora, el papel moneda y la impresión por prensa móvil. Ayuda mucho, por tanto, un pasado de glorias intelectuales y de aprecio por el estudio y por la disciplina.
Gracias a sus sabios oficiales, los mandarines, la China fue una potencia mundial, muy superior a los pueblos vecinos, que trataba como bárbaros o súbditos, jamás como rivales. Volver a ser una potencia por el poder del estudio y del intelecto es para China apenas una vuelta al pasado glorioso.
Capítulo 5
Las Políticas Públicas
Sobre Mao Tsé-tung, el estado chino intentó subordinar su pensamiento, a la técnica y el saber. Llamaron esa locura de Revolución Cultural. Ahora todo el esfuerzo está en la dirección correcta. En 2009, el gobierno chino gastó 3,6% del PIB en educación. El sector educacional público brasileño aumentó su gasto de 4,1% para 5,3% del PIB en los últimos siete años, el mismo que no ha mejorado el nivel educativo remotamente semejante a la propaganda oficial aferrada a esos números como un triunfo definitivo. El límite de la profundidad de nuestro debate sobre educación parece agotarse en la discusión de los límites de gastos. ¿Estaremos gastando 7% u 10% del PIB en educación de aquí a diez años?
La China sacrifica las ideologías siempre que ellas entren en conflicto con la búsqueda de resultados. En la educación, eso se expresa en la definición del papel del profesor. La China se dio cuenta de que precisaba de buenos profesores en grandes cantidades. Dadas sus carencias, creó un sistema en que un profesor titulado de la facultad es constantemente trabajado y ayudado para que consiga administrar aulas excepcionales.
Un sistema en que los buenos profesores y las buenas escuelas someten a los malos maestros de las escuelas malas. Los chinos entienden que es mejor tener cuarenta alumnos con un buen profesor, que dos turnos de a veinte, uno bien enseñado y otro sobre la batuta de un incapaz.
El profesor es el centro gravitacional de todo el sistema. Pragmatismo, meritocracia, profesores bien formados y premiados con dinero por el buen desempeño, estudiantes disciplinados y motivados por sus familias. Esta es la fórmula del combustible del arma secreta China para conquistar el mundo: la educación. (Fuente: Revista Veja)
