Carla Jiménez / Beatriz Borges / El País
Renato Meirelles es una referencia para empresas y candidatos gracias a su agencia Data Popular, que estudia la población de baja renta. La clase media emergente, la denominada clase C, ha revolucionado el mercado de consumo de Brasil y ha cobrado importancia en los comicios. “La clase C decidirá las elecciones”, asegura al referirse a este grupo que representa el 54% de los electores. “Es hoy una alternativa, un cambio”, añade.
Marina Silva, quien se convirtió en la candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB) tras la muerte de Eduardo Campos, tiene potencial para atraer a ese grupo, reconoce Meirelles. “La imagen simbólica de Marina es superior a ella como candidata”, argumenta. La ecologista se presenta como una tercera vía al histórico embate entre el Partido de los Trabajadores (PT), de la presidenta Dilma Rousseff, y el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), del candidato Aécio Neves. Para muchos, Silva representa el cambio en la política que desean. “La gente quiere alguien que les dé el apoyo y las herramientas necesarias para que, por méritos propios, mejore su vida”.
PREGUNTA. ¿A QUIÉN VOTARÁ LA CLASE MÁS BAJA?
Respuesta. Dilma Rousseff tiene el elector de las clases D y E [los más pobres], pero no tiene los de las clases A y B [la clase media y alta] y decidió priorizar a la clase media emergente, la clase C. Aécio Neves, al contrario, tiene el voto de las clases A y B, pero no tiene el de las clases D y E, y también prioriza la clase C. Marina Silva no tiene el voto de la clase C. Tiene la preferencia de la clase media que está enfadada, más joven y escolarizada, que hasta ahora prefería anular su voto; y tiene el apoyo de los menos escolarizados y evangélicos. Pero no tiene el voto de la clase C. Y quizá no lo necesite. Ella subió en las encuestas sin restar intención de voto a nadie, logrando los nulos e indecisos. Creció porque antes no había perspectiva política. Era una campaña sin emoción. No había candidatos que movilizaran a la gente, no apasionaban a nadie. Marina tiene el componente de la pasión. Y la militancia virtual más agresiva. Es una campaña corta, de 45 días, el tiempo que tienen Aécio y Dilma para deshacer la imagen de Marina. Muy poco tiempo.
P. ¿PERO EL POCO TIEMPO DE CAMPAÑA NO ES MALO TAMBIÉN PARA MARINA?
R. La imagen, el mito de Marina, es superior a ella como candidata. Ese mito tiene una mezcla de algo más mesiánico y tiene una efectiva voluntad de tercera vía. No hay muchas cosas malas que decir sobre ella. Con ella es distinto. Y por eso crece. Es diferente cuando hay unas elecciones en las que la gente pregunta: “¿Cómo va a solucionar el problema de la educación? ¿Y la calidad de los servicios públicos? ¿Qué propuesta tiene para que la economía brasileña vuelva a crecer?”. Son preguntas que Marina tendrá que responder. Si lo logra, bien. Ya veremos si el mito prevalece.
P. ¿LA CLASE C DECIDIRÁ ESTAS ELECCIONES?
R. Estoy seguro de que sí. Estas elecciones son de la clase C. Primero porque representa el 54% del electorado, es decir, tiene la mayoría absoluta. Además, ya están consolidados los votos de las clases A, B, D y E. Hay una mayoría de la clase C que prefiere a Dilma, de lo contrario no tendría las intenciones de voto que tiene [está en primer lugar con un 36%, según el Datafolha]. Pero no significa que ese grupo esté satisfecho con el rumbo del país, sino que está buscando una alternativa de cambio. Si esa alternativa va a ser la propia presidenta Dilma, Aécio o Marina, lo sabremos en los próximos días. Pero puedo decir, sin miedo a equivocarme, que esa clase C quiere que mejore la calidad de los servicios públicos. Y está mirando hacia delante y no al pasado, entonces es un voto todavía bastante disputado. Nadie se ha ganado aún a la clase C
P. MUCHOS ARGUMENTAN QUE, PESE A LOS CASOS DE CORRUPCIÓN, EL PT FUE EL ÚNICO QUE PRIORIZÓ A LOS POBRES. ¿PUEDE MARINA ASUMIR ESE DISCURSO?
R. Sí, seguro. Marina tiene una biografía muy parecida a la del expresidente Lula. Tiene el discurso del cambio, pero sus orígenes políticos son iguales. Tiene una posibilidad efectiva de hablar con el electorado más pobre y de ser creíble al asegurar que no acabará con las conquistas sociales. El reto de Marina es cómo mostrará consistencia en sus soluciones para el país y al mismo tiempo mantener una imagen más mítica. La de que fue analfabeta hasta muy tarde, que nació en una región pobre, que superó todos los obstáculos. Pero si no muestra soluciones, esta imagen también se disipará. El crecimiento de Marina, sin quitar las intenciones de votos de los demás, deja claro que las elecciones brasileñas son elecciones de candidatos y no de partidos políticos.
P. ¿QUÉ RETOS TIENE MARINA?
R. Su reto es por su agenda. Tiene el apoyo de las clases A y B, más escolarizada, más joven y más liberal, pero tiene una agenda conservadora en cuanto a las costumbres. Y eso es una contradicción. Los jóvenes que defienden el derecho al aborto y están hartos de la política tendrán una candidata que está en contra la legalización del aborto.
P. USTED TIENE UN CONTACTO DIRECTO CON LOS MÁS POBRES, QUIENES MÁS SIENTEN LOS EFECTOS DE LA INFLACIÓN. ¿YA LA ASOCIAN CON LA PRESIDENTA DILMA?
R. Sí. Y el crecimiento de la aprobación de su Gobierno en la última encuesta del instituto Datafolha se debe a que la inflación de los alimentos ha disminuido. Era lo que más estaba creciendo, y lo que más afecta a los pobres. A la gente le da igual la tasa Selic [el tipo básico de interés]. Lo que quieren saber es si con los 100 reales (43 dólares) que gastan en el supermercado se puede comprar lo mismo que compraba hace seis meses.
P. ¿LAS PERSONAS CREEN DE VERDAD QUE LA ECONOMÍA SE HA ESTANCADO EN EL GOBIERNO DE DILMA?
R. La economía de Brasil estuvo creciendo durante una década, con las personas conquistando cosas que antes no tenían. Llegó Lula, el país estaba creciendo, la economía a tope, y la gente pensaba que la vida continuaría mejorando a la misma velocidad que en 2010. Y ha mejorado, pero a una velocidad mucho menor. La gente tenía una gran expectativa.