ALIETO GUADAGNI
En llo que va del año (cifras oficiales hasta junio) sigue cayendo la producción de gas y petróleo de todo el país, a pesar que la producción de YPF está repuntando. Veamos las cifras: la producción total de petróleo viene cayendo uno por ciento durante este año, sin embargo la de YPF aumenta 7,5 por ciento. En gas ocurre lo mismo, la producción total viene cayendo más del 2 por ciento, a pesar que YPF viene aumentando un 8 por ciento. ¿Cómo se puede explicar esta aparente contradicción?
La respuesta es simple: YPF no es hoy la empresa líder de antes, ya que ahora representa el 40 por ciento de la producción de petróleo y apenas el 27 por ciento de la producción de gas del país. El resto corresponde a otras empresas.
Pero, ¿cuándo fue que YPF perdió su liderazgo histórico en la producción de hidrocarburos en la Argentina? Fue importante en este retroceso lo que ocurrió un día de febrero del año 2008, cuando en Madrid se firmó un acuerdo muy original entre Repsol y un consorcio español-australiano, por el cual se le transfirió la cuarta parte de YPF sin poner un peso. Este extraño contrato, con un nuevo socio sin dinero, sin conocimientos petroleros y que además no era argentino, aseguraba la distribución en efectivo de excesivos dividendos, nunca vistos en la historia mundial del petróleo a fin de cancelar esta original compra ( ¿o donación?) de acciones.
Es así como entre 2008 y 2011 se repartieron en efectivo nada menos que el 142 por ciento de las ganancias de YPF (ya que también se repartieron al contado las reservas contables acumuladas a esa fecha), cuando en el mundo petrolero los dividendos para poder seguir con más inversiones en exploración no superan el 45 por ciento de las ganancias. Así se achico a YPF, ya que antes de esta operación con el socio español-australiano producía 20 por ciento más de petróleo y 50 por ciento más que ahora.
Atención que esto no fue un simple acuerdo privado entre socios sino todo lo contrario, porque fue un verdadero acto de gobierno, ya que la cláusula 5.1 del contrato establecía que esta extraña operación era válida únicamente si la aprobaba por escrito el gobierno argentino. Además, el director que representaba al gobierno en el directorio de YPF (acciones clase A), votó siempre a favor del vaciamiento financiero de YPF siguiendo instrucciones de las actuales autoridades.
Las preguntas que el lector se puede hacer ahora son evidentes: ¿y por qué no compró el Estado argentino en el 2008 la cuarta parte de YPF sin poner un peso? ¿Por qué le dejaron esta gran donación a un grupo español-australiano sin experiencia ninguna en petróleo, que aprovechó la extraña generosidad de Repsol? Esperemos que pronto se puedan contestar estas preguntas.
Es necesario revertir la decadencia energética de la última década. A fines del siglo pasado nuestro país producía 54 por ciento más de petróleo que ahora y en el 2004 la producción total de gas era un 25 por ciento mayor. Nunca había pasado esto en nuestra historia petrolera, que se inició en Comodoro Rivadavia en 1907, ya que en ninguna década del siglo XX había caído la producción ni de gas ni de petróleo.
En junio de este año importamos un 20 por ciento más del muy caro gas que llega en barcos a Bahía Blanca y Escobar; las autoridades energéticas explican que importamos más porque aumenta el consumo, habrá que informarles que ya llevan más de 130 meses en funciones y es hora que se den cuenta que durante todos los meses siempre cayó la producción, como consecuencia de decisiones perjudiciales, como las de febrero del 2008.