El Comercio/Perú
Aunque en los últimos años la informalidad laboral en los jóvenes ha mostrado una reducción, todavía continúa siendo un problema en la región. De acuerdo con cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), al menos 27 millones de jóvenes laboran en condiciones de informalidad en América Latina y el Caribe.
Sin embargo, esta problemática es mayor en algunos países. Uno de ellos es el Perú, donde la tasa de empleo informal en jóvenes alcanza el 82,3%, una de las 4 más altas de la región. Es decir, ocho de cada diez peruanos entre 15 y 24 años laboran en condiciones condiciones de informalidad laboral.
Carmen Moreno, directora de la oficina de la OIT para los países andinos, explicó que esto se debe a que gran parte de esta población es contratada por pequeñas y microempresas, en las que la informalidad es alta.
Y no solo en las empresas informales ocurre esto. La OIT señaló que el 72% de los jóvenes que laboran en empresas formales de uno a más colaboradores lo hacen sin las condiciones de trabajo debidas. La cifra se reduce cuanto más grande es la compañía.
Según el INEI, entre enero y octubre del 2014, el grueso de los jóvenes bajo la informalidad laboral son asalariados. En cuanto a sueldos, si bien hay un 33% que cuenta con ingresos de S/.750 a más, existe un 47,6% que tiene sueldos por debajo de la remuneración mínima vital (RMV) y hay un importante porcentaje de jóvenes que no recibe un sueldo (19,6%), debido a que trabaja en empresas de su familia.
SE BUSCA CONSENSO
Ante esta situación, Elizabeth Tinoco, comentó que esta problemática constituye una preocupación mayor al desempleo juvenil porque afecta directamente a la calidad y a las condiciones del trabajo.
“Estamos frente a un desafío político importante, pues el alto desempleo e informalidad configuran un cuadro en el que se generan altas dosis de desalientos y frustración por la falta de oportunidades”, remarcó.
Pese a las iniciativas que han tomado algunos gobiernos de la región, sus alcances no han logrado cambiar el escenario. ¿Qué pasó? Tinoco dice que muchas de estas iniciativas son recientes. Sin embargo hay casos interesantes que pueden aplicarse.
Para la OIT es importante que este tipo de iniciativas se tomen luego de un consenso, que no sean resultados de programas temporales y que partan de un diagnóstico preciso del panorama.
LA NECESIDAD DE SUBIR LA RMV
Sobre la posibilidad de un incremento de la remuneración mínima vital, la OIT consideró que sería saludable concretarlo teniendo en cuenta el escenario de desaceleración económica.
Carmen Moreno, directora de la oficina para los países andinos, dijo que esta medida podría incentivar el consumo y aumentar la productividad de los trabajadores. En base a lo que ocurrió en el último incremento, en el 2012, no cree que haya un impacto negativo en la contratación.
César Peñaranda, director ejecutivo del Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial de la Cámara de Comercio de Lima, no lo ve así. “Más que pensar en el aumento del salario mínimo, la prioridad debería estar en la generación de puestos de trabajo. Esto es lo que la gente quiere”, remarcó.