TRES TEXTOS ADICIONALES DE MARCELO SOBRE EL CONTEXTO SOCIAL EN LA CREACIÓN LITERARIA

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“El libro que yo quisiera escribir creo que es el libro que quisiera escribir todo revolucionario, todo luchador, todo combatiente de la causa popular y nacional, es un libro que pudiese desentrañar las causas últimas de la dependencia, las causas últimas de la condición atrofiada de nuestra economía, pero además describir esas causas de una manera sencilla, que pueda llegar al conocimiento de amplias capas de la población”. (Entrevistado por Radio Nueva América, 1978).

Marcelo Quiroga Santa Cruz

La verdad es que mi vocación de escritor comienza a despuntar como una necesidad de comunicación que rebase las limitaciones impuestas a un diálogo de carácter individual. En suma, comprendí que no había otro medio que el de la palabra escrita para entrar en relación, al mismo tiempo directa e indirecta, con una colectividad y esto en razón fundamental de la necesidad de transmitir observaciones, juicios que resultaban de la comprobación de una realidad social inequitativa, profundamente injusta, necesitada de modificaciones fundamentales.

[…] Comencé haciendo ficción literaria con una novela que data ya de unos 20 años y que está agotada. Transcurridos algunos años, una lectura posterior de esa novela me señaló que no obstante el deseo intenso de aproximarme a nuestra realidad social, no había logrado penetrar en ella. El libro que yo quisiera escribir creo que es el libro que quisiera escribir todo revolucionario, todo luchador, todo combatiente de la causa popular y nacional, es un libro que pudiese desentrañar las causas últimas de la dependencia, las causas últimas de la condición atrofiada de nuestra economía, pero además describir esas causas de una manera sencilla, que pueda llegar al conocimiento de amplias capas de la población. (ENTREVISTADO POR RADIO NUEVA AMÉRICA, PROGRAMA “EL INFORMAL”, LA PAZ, 1978).

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[P]ienso que he sido yo desde muy muchacho ambas cosas, un escritor y un político. Y no es una conjetura, así, condicionada digamos, por mi ocupación hoy día. Yo recuerdo que cuando tenía 12 años de edad, si esto tiene algún interés orientador sobre lo que me ocurrió, yo asistía a los debates de la Cámara de Diputados acá en La Paz, a los 12 años de edad, a casi todos los debates. Pero también recuerdo que cuando tenía 14 años estaba ya en las emergencias del 21 de julio del ‘46, y casi no hay hecho violento político, con derramamiento de sangre, en el que yo no hubiese estado ahí metido en medio de la multitud. En mí han habido las dos cosas permanentemente y disputándose, el político y el escritor. No creo que a mí me ocurra lo que dice un escritor nuestro que le ocurrió a él, que pudiendo haber sido un buen escritor terminó siendo un mal político porque yo no busco en la política una forma de profesionalización ni pretendo nada en lo personal, es una actitud de servicio. Yo pienso que ahora, al cabo de tantos recién comienzo a estar en condiciones de escribir una obra que es la que estoy trabajando, donde se expresen ambas, donde el escritor no ceda su condición de escritor y el político no sea traicionado en sus convicciones por su mensaje literario. Vamos a ver, pero serán ustedes los que juzguen al respecto.

[…] En un proceso de liberación ciertamente ´Los deshabitados´ no aportan nada. Ahora, qué es lo que yo he hecho después de aquél entonces, desde el punto de vista de mi compromiso y mis obligaciones. He escrito algunas cosas que ya no han sido literarias, en las que he tratado de entender nuestra realidad […]. Ahora, en relación con el papel del escritor en general, en términos generales. Yo creo que es peligroso hablar de la “misión del escritor” porque suele asociarse esta palabra misión con un sentido mesiánico, así, solemne. Creo que el de escritor es un oficio como cualquier otro que hay que asumirlo con gran honestidad, con humildad, y en el caso, lo he dicho en alguna ocasión, de nuestros países, dependientes, sometidos a un régimen de explotación internacional e interna, creo que el escritor debiera actuar con una gran humildad porque de hecho es un ser privilegiado en una sociedad donde la cultura, en sus aspectos más elementales, escapa al alcance de la gran mayoría de nuestra infancia empobrecida. (PANEL EN LA UMSA SOBRE “LOS DESHABITADOS”, LA PAZ, 1979).

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Hablo [en la Cámara de Diputados de Chile] en mi doble condición de escritor y de parlamentario anónimo, nacido en un país de vida casi confidencial. […] Casi todo este extenso e interesante temario parece obedecer a la preocupación de buscar anexo el mecanismo por el que el Poder Legislativo pudiera contribuir a superar algunas deficiencias características de la comunidad del escritor. Mi experiencia personal, y en esto ruego a los parlamentarios chilenos no encontrar un juicio agraviante, porque imagino por un instante que este Parlamento está fuera de Chile y en todas partes de Latinoamérica, es que los escritores no debemos esperar nada del Parlamento […] para interesarnos decididamente en lo que debemos hacer nosotros junto con nuestro pueblo, por modificar una superestructura jurídica en absoluto divorciada de la realidad en la que los Parlamentos son también formas residuales, extrañas a los requerimientos angustiosos de esta hora. (INTERVENCIÓN POR EL ENCUENTRO LATINOAMERICANO DE ESCRITORES, SANTIAGO, 19 DE AGOSTO, 1969).

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Fuente: TEXTOS SUGERIDOS (1963-1980): 54 FRAGMENTOS EDITADOS. Compilación y selección de textos: Hugo Rodas Morales. La Paz, agosto de 2010, Hora 25 Nro. 75/76.

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