La prohibición incluye a los vehículos híbridos de bajo consumo y, por el momento, deja la vía libre únicamente a los autos eléctricos y a aquellos que se abastecen mediante hidrógeno. No obstante, la medida despertó una serie de controversias tanto en el contexto local como en el de la Unión Europea, pues implica que en un lapso de nueve años el país deberá adoptar una nueva cultura de la movilización motorizada.
Además, los Países Bajos registran una de los mayores acumulaciones de carbono en la atmósfera en relación con otros países de Europa, el aprovechamiento de fuentes renovables representa apenas el 5% de su generación energética y los autos eléctricos actualmente componen solo un 10% de todo el parque automotor.
Los opositores a la propuesta la califican de inverosímil y sugieren que tendría un impacto negativo en la economía del país, pues las inversiones de los grandes fabricantes automovilísticos se reducirían drásticamente.
El propio ministro de Economía holandés, Henk Kamp, militante del opositor Partido Popular por la Libertad y la Democracia, advirtió que la propuesta es “demasiado ambiciosa” y estipuló que como máximo la perspectiva debería ser que el 15% de los automóviles nuevos en el 2025 sean 100% libres de emisiones contaminantes.
Por su parte, Diederik Samson, líder del Partido del Trabajo que impulsa la medida, defendió la factibilidad de la sustentabilidad ambiental al proscribir la comercialización de nuevos autos impulsados por motores de combustión interna desde el 2025. “Después de ese año seremos libres. Somos ambiciosos, talvez en otras partes no lo sean tanto”, declaró.
Pero en el marco de una discusión que se anuncia muy acalorada en los ámbitos público y privado para los próximos meses y años, los fabricantes de vehículos eléctricos se frotan las manos al ver a Holanda como un país que podría marcar el rumbo a seguir por otros estados de la Unión Europea en el transcurso de la década siguiente.
Los estadounidenses Tesla y Chevrolet, los japoneses Nissan y Toyota, el francés Renault y el alemán BMW son solo algunos de los grandes constructores que ya cuentan con modelos eléctricos o de hidrógeno en sus gamas actuales, y que podrían beneficiarse de dicha resolución. Por lo pronto, tienen casi una década para afinar las tecnologías amigables con el medioambiente, mejorar la autonomía de operación de los vehículos y socializar sus múltiples bondades entre los potenciales consumidores.
Por lo pronto, el Senado holandés tiene en sus manos la gran responsabilidad de decidir sobre una posible erradicación de los vehículos convencionales, y con ello la posibilidad de convertirse en el primer país del mundo que renuncia a la dependencia del petróleo y sus derivados, al menos en lo que al transporte se refiere.
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