Sandro Pozzi/El País
Las grandes aseguradoras de salud en Estados Unidos abandonan el Obamacare, lo que obligará a cientos de miles de personas y familias a buscar nueva cobertura antes del año próximo. En muchos casos tendrán que recurrir a la única compañía que opere en su localidad, y hay condados donde ni siquiera existirá la opción de adquirir un seguro asequible. La desbandada reabre el debate sobre la remodelación de algunos aspectos de la ley sanitaria, que ha dado protección a millones de personas sin seguro y figura como uno de los mayores logros de la presidencia de Barack Obama.
El sistema de seguro médico privado subvencionado da actualmente cobertura a 11,1 millones de personas, de acuerdo con las últimas estadísticas. El programa no peligra, y ya es una parte central del legado de Obama. Pero atraviesa por un momento de dificultad cuando entra en su tercer año. Y eso da argumentos a los que proponen someterlo a un cambio radical o incluso desmantelarlo. La reforma de Obama requiere la participación de las aseguradoras privadas.
El último revés se lo acaba de dar la compañía Aetna, al anunciar que se retira de 11 de los 15 estados donde da cobertura.
UnitedHealthcare, el primer grupo asegurador de EE UU, anunció ya en abril que saldrá de la mayoría de los mercados en 2017 porque las políticas de Obamacare le van a generar pérdidas por un valor próximo a los 1.000 millones de dólares en 2015 y 2016. Los clientes, dicen, tienen más problemas de salud de lo que esperaban y las primas no cubren los costes. Humana le siguió el mes pasado con una decisión similar. A Blue Cross Blue Shield tampoco le salen la cuentas.
Aetna se sumó a la desbandada este martes, anunciado la salida el año próximo de dos tercios de los condados donde ofrece seguros asequibles. Se trata esencialmente de pequeñas localidades en zonas rurales, alejadas de las grandes ciudades. Como explica desde Families USA, un grupo de defensa de los derechos de los consumidores, “habrá menos opciones de elegir en estos pequeños mercados”.
Como sus rivales, Aetna se justifica diciendo que el Obamacare le generó pérdidas de 430 millones desde que entró en vigor en enero de 2014. “Están teniendo muchos problemas para competir y ganar dinero”, señalan desde la Kaiser Family Foundation. Las pérdidas combinadas ascienden a 2.000 millones. Pero en su decisión juega un factor político. El Departamento de Justicia acaba de bloquear su fusión con Humana y objetó la combinación de Anthem con Cigna.
Reducir costes
Estas dos operaciones se anunciaron después de que el Tribunal Supremo bendijera el año pasado la reforma del sistema de seguro médico patrocinada por el presidente Barack Obama. Con las fusiones, esperaban reducir los costes derivados del nuevo marco regulador. Anthem se habría convertido así en el principal grupo asegurador del país, seguido por Aetna y UnitedHealthcare.
La fiscal general de EE UU, Loretta Lynch, explicó que la consolidación de las “cinco grandes” aseguradoras iba a cambiar toda la industria y advirtió de que la competencia que les empujó a reducir las primas iba a desaparecer. “El seguro de salud es una necesidad para los pobres y las personas más vulnerables”, dijo. “Por eso tenemos que proteger los beneficios derivados de la competencia”.
El problema con el que se topa la Administración Obama es que Aetna, Humana, Anthem y Cigna son, junto UnitedHealth, las aseguradoras más importantes del sistema de seguro médico asequible y ahora no puede interferir en las decisiones que adopten respecto a los mercados en los que quieren estar presentes o retirarse. Este desenlace coloca también en una posición delicada a Hillary Clinton.
La candidata demócrata defiende dar continuidad al Obamacare, reforzando las partes que funcionan mejor. Pero las grandes aseguradoras no son las únicas con problemas. Más de la mitad de las cooperativas de seguros creadas y financiadas con dinero público quebraron. Las únicas que aguantan son las que tradicionalmente operan con el Medicaid, el sistema de seguro médico público para las personas con menos recursos.
Sensibles a precios
Los individuos que participan Obamacare son muy sensibles hacia los precios, hasta el punto de que el 40% cambia de plan cada año buscando primas más bajas de las que pagan. Eso, en principio, da mucho poder al cliente porque crea competencia entre las aseguradoras. Las grandes compañías aparecen, por tanto, como perdedoras porque no pueden ofrecer precios asequibles como las aseguradoras locales, más próximas al mercado.
Lo que está por ver es el efecto de esta retirada en el coste del seguro. Los problemas financieros de las aseguradoras se están traduciendo ya en un incremento medio del 9% en las primas en las mayores ciudades. Hay planes en California que van a encarecerse hasta un 50% el año próximo y en algunos casos un 80% en Nueva York para así poder cubrir los costes de los pacientes a riesgo. El sistema es muy inestable, aseguran desde Health Policy and Strategy Associates.
El candidato republicano, Donald Trump, cree que esta desbandada es la prueba de que Obamacare se derrumba. El Departamento de Salud debe decidir que hace ahora con los seguros que se quedan en el aire. El próximo año, por tanto, será clave para su futuro. Independientemente de quién llegue a la Casa Blanca o del partido que controle el Congreso, tanto UnitedHealthcare como Aetna dicen que volverán a participar en los mercados que abandonan si se hacen cambios para hacerlo viable.
La clave, según la Kaiser Family Foundation, estará en el número de individuos que participen en 2017 en Obamacare. Si se registra un incremento, anticipa que muchas de las preocupaciones de las aseguradoras desaparecerá porque se disipará el riesgo con clientes en mejor estado de salud. Pero si se estanca, “se precipitará el debate para ajustar la legislación” y hay una gran división entre demócratas y republicanos sobre como arreglarlo.