Santi Carneri/El País
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y su homólogo de Paraguay, Mario Abdo Benítez, bendijeron este viernes la primera piedra de un nuevo puente que unirá a ambos países sobre el río Paraná. El acto, realizado en la ciudad fronteriza de Foz de Iguazú, fue una nueva exhibición de la buena sintonía que los une. Ambos presidentes tienen, sin embargo, un duro desafío en puerta: pronto iniciarán la negociación por el reparto de la energía de Itaipú, la gigantesca hidroeléctrica que comparten y cuyo tratado de uso vence en 2023.
El nuevo puente será el segundo biancional y cruza las aguas que alimentan la represa. Aunque Brasil y Paraguay comparten miles de kilómetros de frontera terrestre, la obra busca el desarrollo de la Triple Frontera, como se llama al punto que une ambos países y Argentina. El proyecto tiene más de 30 años. Bolsonaro y Abdo han prometido este viernes que estará antes de 2022. El nuevo cruce binacional se sumará al Puente de la Amistad, inaugurado en 1965 y costará unos 75 millones de dólares. El dinero saldrá, justamente, de Itaipú.
El encuentro de este viernes fue el tercero entre ambos mandatarios en cinco meses, ejemplo de su sintonía ideológica, religiosa y hasta estética. “Es un placer volver a tener un encuentro como este anunciando una obra que ayudará mucho a nuestros pueblos, como también es bueno, ‘Marito’ [como es conocido Abdo], estar al frente de un país donde las viejas ideologías fueron dejadas atrás”, dijo Bolsonaro. La reunión anterior fue también en la frontera, el pasado febrero, donde Bolsonaro nombró a un militar para dirigir su lado de la represa y alabó en su discurso al dictador paraguayo Alfredo Stroessner. Su primer encuentro fue una visita de Abdo Benítez a Brasilia, durante la investidura de Bolsonaro en enero.
Negociaciones por Itaipú
Bolsonaro y Abdo se muestran muy de acuerdo, ya sea sobre Venezuela, las criticas a la Corte Interamericana de Derechos Humanos o el rechazo al aborto legal. Pero les esperan tiempos que pueden ser complicados. Ambos deberán afrontar un nuevo acuerdo que determine el reparto de energía de Itaipú, una de las principales fuentes de electricidad de Brasil y de divisas de Paraguay, que vende los excedentes de producción, que no utiliza, a su vecino.
En Paraguay el tema del reparto de las ganancias de Itapú es un asunto de Estado. Diplomáticos, economistas, políticos, abogados, politólogos, comunicadores y dirigentes sociales discuten con pasión la renegociación del Anexo C del Tratado de Itaipú, firmado en 1973 entre dos dictaduras: la de Stroessner en Paraguay y la del general Emilio Garrastazu en Brasil. Según el texto, aún vigente, el país más pequeño, Paraguay, cede los excedentes de energía a precio de coste al más grande, Brasil. Ese acuerdo, que Paraguay considera injusto, vence a 50 años de su firma. El plazo se cumple en 2023 y el periodo de negociaciones coincide con las presidencias de Abdo Benítez y Bolsonaro.
En 2009, el brasileño Lula da Silva y su par paraguayo, Fernando Lugo, acordaron triplicar la compnesación que Brasil hacía a Paraguay hasta alcanzar los 360 millones de dólares por año. Ahora y hasta el 2023, dos Gobiernos muy diferentes deben decidir que harán con el reparto de energía. Y hay opiniones de todo tipo. Desde líderes barriales, índígenas y campesinos que reclaman una reparación, hasta informes apoyados por el sector agroindustrial que sostienen que Paraguay puede reclamar hasta 5.300 millones de dólares a Brasil.
El tema es importante, y por ello, Paraguay ha creado una Comisión Nacional que define como “un equipo multidisciplinario con los mejores hombres y mujeres, quienes tendrán la misión de afrontar el desafío y defender los intereses de la República, reclamando lo que en justicia le corresponde al Paraguay como socio paritario del Brasil”.